
España
Educar en tiempos de crisis por José Luis García Garrido

Que la crisis general que estamos padeciendo tiene mucho que ver con una crisis educativa de fondo no es algo que sólo sostengamos unos pocos. Ese montón de imprevisiones, despilfarros, abusos, mala cabeza, irresponsabilidad, etc., que nos ha llevado a donde estamos quizás hubiera sido mucho menor si la «salud educativa» de nuestra sociedad hubiera recibido mejores cuidados en los pasados decenios. De ahí que sea lógico preguntarse si, llegados a este extremo, recortar en Educación va a ser la medicina más adecuada. Entiendo, por eso, la sincera inquietud de muchos; pero entiendo menos que, en tan difíciles circunstancias, esa inquietud quiera ser manipulada en beneficio propio por determinados grupos.
He escrito bastantes veces estos pasados años que los problemas fundamentales de la educación en España no son problemas de dinero. Sigo manteniéndolo hoy. Cabe hacer, por tanto, recortes en Educación, a todos los niveles, universidad incluida. Como los han hecho, los hacen y los van a hacer países más ricos que el nuestro. Aquí, por habernos pasado sobradamente en duplicar plantillas, multiplicar altos cargos y oficinas, construir lo que quizá no hacía tanta falta, comprar ordenadores antes de asegurar su correcto uso y cuidado, conceder ayudas sin exigir esfuerzos, etc., etc., aquí, digo, hay quizá más espacio para los recortes que en otros países, donde la austeridad ha sido habitualmente un condimento de la buena educación. Lo digo porque lo compruebo a diario, y puedo echar mano de abundante documentación internacional para quien la pida.
Pero hay que tener buen pulso. Hay que llevar los recortes, primero, a donde ha acampado el despilfarro (ancho mar), y después a otras cosas y acciones quizá deseables, pero prescindibles en graves momentos como éste. Ese ejercicio, que sobre todo exige mucha valentía (ahí está el quid), puede incluso redundar en beneficio de nuestro sistema educativo. Por el contrario, de ninguna manera habría que recortar, sino más bien abundar, en aquello que incide principalmente en la buena calidad de la educación. No voy a poder despachar este capital tema en dos palabras. Me permitiré sólo recordar lo que múltiples evaluaciones (PISA, por ejemplo) e investigaciones vienen proclamando. Que lo que más incide en el aprendizaje de los alumnos (para bien o para mal) es el ambiente socio-cultural de la familia. Bastante más que la escuela. Hay que invertir en familia, por tanto. Hay que alentar el interés, la dedicación y la responsabilidad de los padres, así como el esfuerzo de los hijos. Ya en la escuela, el primer factor de calidad es el profesorado; no puede haber escuelas buenas con profesores malos, o mediocres. Hay que invertir en profesor (no en número, sino en formación, selección, prestigio social, autoridad). Añadiré una cosa más, también repetidamente aludida: el buen liderazgo. Un buen director hace una buena escuela. En España hemos hecho todo lo posible por cargarnos a los buenos directores (y a los buenos dirigentes universitarios). Ahora, precisamente por la crisis, es el momento de buscarlos, de reponerlos, de reforzarlos. Y, naturalmente, hay que hacer todo eso especialmente en el ámbito de la Educación pública, sector siempre clave en el desarrollo de un país. Pero sin obstaculizar la colaboración, más necesaria que nunca, de todas las personas e instituciones sobre las que recaen ya, o puedan recaer, importantes responsabilidades educativas.
José Luis García Garrido
De la Real Academia Española
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