Barcelona

Jim Carrey un quijote a la fuga

Jim Carrey y Ewan McGregor en un momento de la película en la que comparten protagonismo
Jim Carrey y Ewan McGregor en un momento de la película en la que comparten protagonismolarazon

Parecen dos compañeros de instituto que rememoran su primera cerveza juntos, pero no: John Requa y Glenn Ficarra sudaron de lo lindo para promocionar «Philip Morris ¡te quiero!» en una carpa de la Croisette de Cannes, cuando su ópera prima como realizadores –después de firmar guiones tan poco distinguidos como el de «Bad Santa» (2003) o «Una pandilla de pelotas» (2005)– se presentaba en la Quincena 2009.

-Curioso material para estrenarse como directores. ¿No les resultó difícil encontrar financiación?
-John Requa: Glenn y yo trabajamos juntos desde hace veintidós años. Nos conocemos desde niños y compartimos una misma sensibilidad. Por suerte nos ganamos bien la vida como guionistas, y pudimos tomarnos un año sabático para escribir este guión por puro placer. Los estudios llevan muchos años ofreciéndonos proyectos, pero todos eran demasiado convencionales para nuestros estándares. Cuando nos contaron la historia de Steven Jay Russell supimos que teníamos que meternos en ella. Y gracias a que Jim Carrey se interesó pudo llegar a realizarse.
-Glen Ficarra: Es el tipo de cinta que no interesa a los grandes estudios. Personajes complejos, narración fracturada, algo de polémica… El día en que nos fuimos a Louisiana a rodar nos daba la sensación de que nada era real, y que en cualquier momento nos llamarían para cancelar el proyecto.

-Como ya ocurría en «Atrápame si puedes», película con la que guarda no pocos puntos de contacto, ésta se basa en una historia real tan disparatada que cuesta creerla. ¿Cuánto pesa la realidad en su película?
-G.F.: Nos entrevistamos con el verdadero Steven Jay Russell, que se encuentra en la cárcel cumpliendo una condena de 144 años por estafa e intento de fuga. Nos interesaba indagar en algunos hechos traumáticos de su infancia, sobre todo en lo que se refiere a ser adoptado y a cambiar de casa en muchas ocasiones. Queríamos ser fieles a la realidad.
-J.R.: Cuanto más increíble parece su historia, más real es. Por ejemplo, las cuatro fugas de la película son puro documental. En lo que más hemos inventado ha sido, por supuesto, en los diálogos, y también en la historia de amor de los protagonistas, de la que conocemos detalles pero de la que nos faltaba su evolución dramática.

-Jim Carrey parece haber nacido para interpretar a Russell…
-G.F.: El personaje tiene algo de quijotesco que casa perfectamente con la personalidad entusiasta y bipolar de Jim Carrey. Imagínate, un hombre que es capaz de fugarse cuatro veces de la cárcel sólo para volver al lado de su enamorado… Jim rebajó drásticamente su salario, se implicó al cien por cien desde el principio, nos presentó a Luc Besson, que puso dinero para que la dirigiéramos nosotros, después de que Gus Van Sant decidiera dejar el proyecto para realizar «Mi nombre es Harvey Milk»…
-J.R.: A veces hay que controlar un poco su energía, porque no para de darte ideas, pero es un actor muy comprometido y entregado.

-La cuestión homosexual es tratada de una manera oblicua, aunque es fundamental para entender la idiosincrasia de los personajes…
-J.R.: Nunca quisimos hacer una película que abrazara la causa homosexual. El amor entre ellos debía mostrarse de un modo natural, espontáneo, sin que pareciera militante. A estas alturas debería estar superado el escándalo de ver a dos hombres besándose, en la pantalla o en la vida real.