Moscú

Fumador rockero y seleccionador

Slaven Bilic es una leyenda en Croacia y espera conseguir algo importante con su selección antes de dejar el banquillo

Fumador rockero y seleccionador
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Gdansk- «Con el debido respeto a las mujeres, el fútbol es lo más bonito del mundo», reflexiona Slaven Bilic. Con esas palabras, el seleccionador croata resume la pasión con la que vive su deporte. Por esa pasión, seguramente, eligió el banquillo en lugar de rentabilizar su carrera de derecho como agente de futbolistas.

Bilic es un héroe en su país. Ha conseguido que una nación de apenas cuatro millones y medio de habitantes esté instalada desde hace tiempo entre las diez primeras de la clasificación de la FIFA. En 2007 fue elegido croata del año, pero ya era un ídolo antes de hacerse cargo de la selección. Como futbolista, formó parte del equipo que alcanzó los cuartos de final en la Eurocopa 96 y las semifinales en el Mundial 98. Ya entonces tenía la costumbre de fumarse un cigarro para calmar los nervios antes del encuentro. Y también dejó detalles de hombre íntegro. A mitad de la temporada 96/97 el Everton quiso ficharlo, pero Slaven se negó a cambiar de club hasta que el West Ham estuviera salvado. Su equipo se mantuvo en la Premier y en verano, Bilic fichó por el Everton. En Inglaterra perfeccionó su inglés, uno de los varios idiomas en que puede manejarse. Porque, además de serbocroata, el técnico rival de España hoy habla italiano y alemán.

Bilic es un técnico diferente, con una imagen que a veces lo acerca más a la de una estrella de rock que a la de un entrenador de fútbol. No es habitual ver a un seleccionador con un pendiente de diamantes en la oreja o con traje de vestir y un gorro de lana. Tampoco es lo normal que un aficionado salte al campo y le bese en la boca, como le sucedió en el partido ante Irlanda. Pero nada es casualidad. Bilic dedica su tiempo libre a la música. Con su grupo, Rawbaw, fue número uno de las listas croatas durante la Eurocopa 2008.

En aquel torneo llevó a su país hasta los cuartos de final, cuando fue eliminado por Turquía. Desde entonces tiene el récord de ser el seleccionador más joven en dirigir un partido en la fase final de una Eurocopa. Ahora que sólo el alemán Joachim Löw y el danés Morten Olsen llevan más tiempo que él en el banquillo de su selección, Croacia sigue siendo igual de competitiva que hace cuatro años. O más. Pero algo ha cambiado en la relación con la prensa de su país, que le acusa de ser demasiado amigo de sus jugadores y de haber perdido el control. «Si en algún momento tuviera esa sensación, me marcharía inmediatamente», advierte. Y se defiende: «Los jugadores me han mostrado su lealtad en muchas ocasiones durante la fase de clasificación. Soy mejor entrenador ahora que en 2006, cuando me hice cargo de la selección».
De todos modos, no habrá que esperar mucho para verle en otro banquillo. Se ha comprometido ya para la próxima temporada con el Lokomotiv de Moscú. Un trabajo que le permitirá ganar el dinero que ha dejado de ingresar por mantenerse fiel a su país. En 2008 rechazó ofertas muy superiores para continuar como seleccionador croata por un sueldo que no superaba los 200.000 euros.

Bilic ha conseguido que los croatas, acostumbrados a manejarse como espíritus libres, funcionen como equipo. «Necesitamos el mismo espíritu de grupo que Croacia», se quejaba con envidia Capello en su etapa inglesa. Bilic ya no es un ejemplo sólo para los croatas. Bilic espera que esa unión le permita, al menos, alcanzar los cuartos de final.