Francia
De vino y de mujeres
Los naúfragos no estamos para remilgos y tanto nos da que nos tiren un cabo, un salvavidas, o un leño, pero esperamos que no hagan chufla de nuestros aspavientos natatorios y nos consideren con seriedad conmiserativa. Sin embargo, como los 220.000 militantes del partido socialista se encuentran a resguardo de la zozobra que afecta al resto de los españoles, se pueden permitir liviandades como las exhibidas entusiásticamente en el Comité Político del PSOE o Parto de los Montes. En un viaje internacional Elena Salgado, cuando ejercía de estricta gobernanta en Sanidad, le quitó al Rey un puro de la boca alegando que el avión de respeto era un espacio público. Pretendiendo tildar de nocivo al vino sus correligionarios debieron sujetarla ya que no sabiendo que le iban a encargar la Economía estaba en trance de hundir una de nuestras pocas fuentes de riqueza. Al norte de Berlín el alcohol se almacena en cajas de caudales y ya acaba el Gobierno de ampliar la venta de tabaco en una de sus despedidas. Si Dionisios y el Embajador de Francia, doctor Nicot, van paradójicamente a sostener la Sanidad ya podía haberlo dicho Rubalcaba en los tiempos del cojo Manteca sin esperar a esta Cabalgata de las Walkirias de la obviedad. Y el brindis a la Puerta del Sol de poner algodones a la ley electoral será para cuando Rubalcaba luzca la melena de Sansón, porque el PSOE no se mete en ese jardín. La paridad de género, que el nuevo socialismo ya no respeta ni en el Gobierno ni es sus listas, la quieren imponer en los consejos de administración. Insuperable desplante castizo de mis queridos amigos socialistas: con majeza tabernaria se acodan en la vieja barra de madera, acuchillada de injurias, para hablar de vino y de mujeres.
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