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Espabila campeona

El partido de la te del tiqui-taca contra la te de los «ticos» terminó siendo al final del primer tiempo el de la te del toque de atención, porque España jugó los peores 45 minutos de su reciente historia de conquistas y oropeles.

El jugador de la selección española Juan Mata (i) disputa el balón con Bryan Oviedo de Costa Rica
El jugador de la selección española Juan Mata (i) disputa el balón con Bryan Oviedo de Costa Ricalarazon

Costa Rica, la selección del primer país en el índice del Planeta Feliz, redobló la dicha con dos goles a la campeona del mundo, que disputaba su décimo amistoso desde que luce estrella en el corazón. Los amistosos, chocolate del loro cuando los octavos o los cuartos de final obstaculizaban el camino hacia el podio, ahora que es el equipo a batir son un dolor de muelas, una cruz, un suplicio, por su mala cabeza. En cualquier partido, incluso en uno de solteros contra casados, hay que tener redaños, brío. «La Roja» era una caricatura, los costarricenses lo descubrieron rápido y le hicieron dos rotos. Al final, Silva y Villa lo maquillaron con el 2-2.

 

La horizontalidad, que es lo más parecido al encefalograma plano, fue el pollino de batalla que España dispuso frente a Costa Rica. Jugaban campeones del mundo, todos excepto Monreal, y no lo parecían. Los «ticos», sorprendidos por la falta de compromiso español, no tardaron en coger las riendas del partido. Primero se defendieron, tan bien como Inglaterra, y luego contragolpearon, como Portugal en el amistoso de Da Luz. Total, un escándalo. Y qué mal día para que ocurriera.

 

Leyenda, según el diccionario de la Lengua Española, es una «relación de sucesos que tienen más de tradicionales o maravillosos que de históricos o verdaderos». Los 127 partidos de Iker Casillas con la Selección son tan extraordinarios como la parada que supuso a Robben un dolor de cabeza de por vida, y tan inverosímiles como la jugada que supuso el 1-0 costarricense: una mala cesión, Iker que pisa mal la pelota y Brenes que le fulmina.

 

Leyenda también «es la historia o relación de la vida de uno o más santos». El penalti que detuvo Casillas al paraguayo Cardozo es para subirle a un altar. San Iker... Casillas, el porterazo, el ídolo, «imagen de una deidad objeto de culto», la «persona admirada con exaltación», y el hombre, aunque poco pudo hacer cuando en el minuto 42 se estiró al máximo para despejar el balón imparable de Campbell, cruzado lejos de su alcance mientras Puyol se escurría. Pero el mito es, por encima de todo, un chico excelente. La humildad, el trabajo, la perseverancia, la sencillez, la humanidad, dos Ligas de Campeones con el Madrid, una Copa de Europa y un Mundial con «La Roja». Eso es Casillas, que no se merecía un encuentro como éste para celebrar el 127. Un mal recuerdo.

 

El 2-0, porque los «ticos» jugaron mucho mejor, tiraron más veces a puerta, ocho por seis en esta primera mitad, fue un baldón, en fecha tan señalada, para la Selección sobre todo, y un lunar para Iker, por aquel error que Brenes le subrayó. Pensábamos que en la segunda parte Del Bosque cambiaría de planes y mantendría a Casillas en la portería; no varió. Entró Valdés, también Cazorla, Busquets y Navas. Era preciso voltear el resultado, lavar la imagen, no dejarse más jirones de prestigio y materializar las ocasiones que Cesc disfrutó antes del descanso.

 

Se quejó Tony Grande de que no habían regado el campo; comenzó a llover. Si España empezaba a defender con rigor, si controlaba el medio campo, no como antes, si creaba verdaderas ocasiones de gol, disponía de 45 minutos para demostrar que es campeona del mundo... Ya no llovía, diluviaba, y Campbell, Ruiz, Oviedo y Brenes, incansables, seguían dando guerra, y Navas, el portero local, no perdía la inspiración.

 

No obstante, «La Roja» se apoderó del balón y dominó; pero le faltaba precisión y tino, hasta que Iniesta descubrió a Silva, que hizo el 2-1. Antes, a Villa le paró una el portero, otra se le fue alta y dos más, fuera. Hasta que en el 92, por fin, acertó con la cabeza y empató. Pagó España la empanada transoceánica del primer tiempo, cuando no supo atacar ni crear ni defender. Le falló incluso Casillas, la leyenda, el ídolo que suma mil aciertos por cada yerro. Pero si malo fue su despiste, peor fue lo de la Selección, pese al empate, incapaz de imponerse a un conjunto de segundo o tercer orden. Enhorabuena, Costa Rica. ¡Espabila, campeona! Qué lástima de amistosos. Y aún quedan dos.