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«Afinidades» y dobles parejas

Los actores Jorge Perugorría y Vladimir Cruz debutan conjuntamente en la dirección

«Afinidades» y dobles parejas
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Protagonizaron uno de los grandes éxitos del cine cubano contemporáneo, «Fresa y chocolate» (1994), que además de uno de los diagnósticos más precisos del régimen cubano de los 90 fue un ejemplo de trabajo en equipo, fruto de la colaboración de Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío en la dirección. Será porque uno, primero, quiere matar al padre para después volver indefectiblemente a él, el caso es que la primera experiencia de ambos detrás de la cámara la firman a cuatro manos. Confiesa Cruz que asumieron el desafío casi por casualidad porque él, autor también del guión, seleccionó a su compañero de siempre para la película para que los dirigiera un tercero, pero luego la cosa se torció y ambos consideraron que era el momento de estar delante y detrás de la cámara. «Nos reunimos en un castillo en Suiza antes de rodar y allí gritamos todo lo que nos teníamos que gritar, después todo fue trabajar a favor de la película. Lo peor, al principio, era dar por bueno un plano en el que aparecía el otro, pero acabamos teniendo una confianza plena», comenta el actor.


Extremos que se atraen
«Afinidades» está basada en la novela «Música de cámara», de Reinaldo Montero, a su vez inspirada en «Las afinidades selectivas», de Goethe. Una metáfora construida sobre la curiosidad física de esas partículas que van en parejas y que cuanto más se acercan más se repelen, pero que no se pueden separar. En teoría es, por tanto, un filme sobre parejas: Perugorría y su esposa (la española Cuca Escribano) invitan a su subordinado y su mujer (Cruz y Gabriela Griffith) a un lugar paradisiaco y apartado de la isla cubana para intercambiar parejas a cambio de salvar el puesto del segundo en un momento en que la empresa va a ser vendida a una multinacional. Pero como todo en Cuba la política acaba por hacerse con todo el protagonismo: «El punto de partida fue colocar personas infelices en un lugar paradisIaco, como una metáfora de Cuba donde la naturaleza es fantástica, el paisaje maravilloso y, sin embargo, la gente tiene problemas de todo tipo», avanza Cruz.

El guión también posee algo de crítica a las nuevas generaciones cubanas que, según ellos, han heredado lo peor del comunismo y del capitalismo, como han podido observar desde fuera, pues su profesión les ha permitido pasar largas temporadas en Europa o quedarse a vivir aquí, como el caso de Cruz. «La cuestión está en si podemos seguir diciendo que todos somos iguales, todos nobles y buenos, o lo que es lo mismo, mantener la teoría del socialismo, de esa igualdad totalmente inexistente. O vamos a la profundidad oscura de nosotros mismos y la aceptamos, o no podremos ir a ningún sitio», concluyó Cruz, que se muestra bastante crítico con la evolución del régimen cubano.

Escribano, que ha sido testigo privilegiado del debut de ambos actores tras la cámara, asegura que forman un gran tándem y que «a mí me resulta especialmente interesante la experiencia del actor-director, ya lo probé con Antonio Banderas y resultó una experiencia maravillosa». La actriz española tiene a su cargo a uno de los personajes más complejos de la película: «Cristina es positiva las veinticuatro horas del día: no para de ofrecer cosas a los demás, pero cuando deja de dar no recibe nada, abosolutamente. Al cabo, es una mujer infeliz porque tampoco le funciona la fórmula de la vida».


El detalle
POSTRE CUBANO

¿Y tiene futuro este tándem artístico? «Ahora que hemos cogido afición no lo vamos a dejar», responde Vladimir Cruz, que evoca también el fenómeno que supuso para ellos y para toda la cinematografía cubana «Fresa y Chocolate» (en la imagen, una escena del filme con Jorge Perugorría), candidata al Oscar, ganadora del Goya y que viajó por múltiples festivales y estrenos comerciales por todo el mundo.