Valencia

Escribir con letra de médico

El Palacio Cerveró acoge una muestra que explica el porqué de la característica grafía médica

Escribir con letra de médico
Escribir con letra de médicolarazon

Valencia- ¿Quién no ha intentado descrifrar alguna vez la letra de un médico? ¿No se han preguntado cuál es el motivo de esos garabatos, a veces ilegibles, que conforman la grafía de su médico? La exposición «Cal·ligrafies de la malaltia. Letra del metge» intenta acercar a todos sus visitantes el origen de una curiosa tradición que con las nuevas tecnologías comienza a perderse.

«Tener letra de médico» será en pocos años una frase hecha sin sentido para muchos niños que, acostumbrados a la letra impresa de las recetas e informes, desconocerán que, desde hacía muchos siglos, los gremios de médicos y farmacéuticos tenían por tradición escribir de esa forma tan rara, extraña e ininteligible que sólo ellos conocen. Y será entonces, cuando ya no sepan distinguir si el «tener letra de médico» es un cumplido o una pequeña reprimenda, cuando se haya olvidado por completo la curiosa manía de los doctores de hacer de su letra todo un signo de identidad.

Exposición centenaria
Fruto de años de investigación y buceo histórico entre cientos de apuntes, diarios, recuerdos personales, radiografías de Valencia o miles de recetarios, «Caligrafías de la malaltia» va, sin embargo, mucho más allá del valor científico de la exposición y pretende adentrarse, sobre todo, en la belleza estética que se observa en la grafía médica. En el reflejo de «un conjunto de realidades de orden personal, social, cultural y científico» que se descubren a través de las letras, como asegura el comisario de la exposición, Ricard Huerta. Porque más allá del contenido, también la forma es la clave de la exposición.

A través de siete áreas distintas, la Universitat de València, el CSIC y el Instituto de Historia de la Medicina López Piñero ofrecen la oportunidad de acercar a los visitantes a numerosos aspectos del lenguaje gráfico de la medicina e, incluso, a los materiales e instrumentos con los que se describe «la salud y la enfermedad».

Jaume I en su «Llibre del Repartiment» (1240) ya aseguraba que, en su reino, se multaría a los médicos cuyas letras no fuesen entendibles y, desde entonces, miles de teorías han girado en torno al porqué nadie ajeno al mundo de la medicina era capaz de descifrar aquel conjunto de símbolos. Las distintas épocas, el paso de los años y los cambios en las costumbres han hecho cambiar las «excusas» de los profesionales.

El miedo a ser descubiertos y culpados, durante la época de la Inquisición, por curar enfermedades a través de productos naturales más allá de la mera fe religiosa y espiritual; ocultar las fórmulas secretas, cantidades exactas y componentes de los ungüentos que pedían a los farmacéuticos para tratar a sus pacientes: o, más recientemente, la mera teoría de tomar «gran cantidad de apuntes» de forma rápida, han acabado por deformar consciente o inconsciente la grafía de los médicos. Una tradición que ha pasado de generación en generación, protegiéndose de forma gremial hasta acabar convirtiéndose en ese primer paso imprescindible que debe dar cualquier futuro médico a la hora de adentrarse en el mundo de la medicina.

Desde Pío Baroja, Ramón y Cajal o el doctor Peset, hasta llegar a los médicos de pueblo como el responsable del sanatorio de Fontilles o el doctor Paco Galiana de Ontinyent, son muchos los profesionales que han colaborado, sin saberlo, en esta muestra pictográfica, científica y artística sobre la letra de los médicos.

La caligrafía, las artes visuales, los diagnósticos, las recetas, las anotaciones, la legibilidad, así como la relación entre facultativos y farmacéuticos conforman una exposición que, hasta el 3 de noviembre en el Palacio Cerveró, pretende redescubrir la riqueza de la escritura en un momento en el que la escritura manual ha sido desplazada por las tecnologías de la comunicación.