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Wall Steet: alta testosterona
-Muchos agentes de la Bolsa de Nueva York toman esta hormona para ser más agresivos y competitivos en el trabajo-En el distrito financiero se ha abierto Cenegenics, un centro que vende el fármaco y que ya cuenta con 20.000 clientes en EE UU
A las siete y cuarto de la mañana es hora punta en el gimnasio New York Sports Club de Wall Street, situado al lado de la Bolsa. Los jóvenes «traders» (agentes o corredores de Bolsa) acuden a este centro para liberar tensiones justo antes de la apertura de la sesión que arranca cada día a las nueve y media de la mañana y cierra a las cuatro. Pero a esta hora el distrito financiero sigue en plena ebullición. Hay que preparar la jornada en Asia, cuando en esos momentos faltan pocas horas para que se despierte el continente. Mientras, todavía se está pendiente de lo que ocurre en Latinoamérica. El día se hace corto y faltan horas para pensar, trabajar e idear nuevas triquiñuelas para ganar unos pocos más de cientos de miles de dólares.
Los analistas, inversores y veteranos van al gimnasio Equinox, que es más caro; su cuota mensual cuesta alrededor de 150 dólares al mes frente a los 80 del New York Sports Club. Todos tienen en común, aunque no lo quieran reconocer, su sentido de la avaricia. Como dijo Michael Douglas en la película «Wall Street», «la avaricia es buena». Su personaje Gordon Gekko es el modelo en el parqué, aunque parece que ahora se ha pasado al otro bando. Se ha «vendido» al FBI. Ha grabado un anuncio para esta oficina federal de investigación en el que recuerda que Gordon Gekko es ficción, mientras el problema, la crisis financiera, es real. Y ahora se arrepiente: la avaricia es mala.
No importa. Wall Street nunca pierde. Y este gran símbolo de Nueva York, corazón del capitalismo estadounidense, ha encontrado una nueva manera de hacer más dinero o, al menos, de motivar si cabe un poco más a sus corredores de Bolsa. Parece que no basta con poder decir que uno trabaja en Wall Street. Tampoco las grandes fiestas. Ni la adrenalina que produce formar parte de una gran fábrica hacer dinero, pero que cuando el Congreso negó algunos planes de ayuda en 2008 también se convirtió en un cementerio.
Ahora, entre estos gimnasios y los puestos de perritos calientes en las inmediaciones de Wall Street, se va a poder ver Cenegenics, un centro de tratamiento de hormonas, en concreto testosterona. Esta iniciativa surge de la necesidad de los corredores de Bolsa, que esperan que este tratamiento les vaya a hacer ser más competitivos. Nunca satisfechos del todo, siempre están con miedo de que las grandes compañías obliguen a sus empleados con bajo rendimiento a jubilarse de manera anticipada.
De la mayoría de los «traders», o trabajadores en Wall Street interrogados, nadie toma testosterona, al menos eso dicen. Pero sí admiten conocer a gente que lo hace o, en último caso, haber oído hablar o leído en algún lado que esta hormona se consume.
Un agente, que prefiere no dar a conocer su identidad, explica que, «después de un mes, me siento muy bien. He perdido seis kilos y ya no tomo medicamentos para la depresión. Estoy impresionado con mi líbido, energía y entusiasmo», asegura.
Impotencia e incertidumbre
Cenegenics, que se anuncia en el canal de televisión por cable USA, conocido por programar series de espías, investigación y películas de acción, ofrece un producto que garantiza a los hombres de mediana edad atajar el envejecimiento y poner remedio a la pérdida de músculo, aumento de grasa, bajo apetito sexual y falta de concentración. En el anuncio de la pequeña pantalla, aparece un hombre musculoso de más de 60 años, por supuesto. No se puede envejecer, pero sí elegir cómo, asegura.
Esta compañía tiene 20 centros en Estados Unidos, entre Las Vegas, Miami, Chicago, Beverly Hills o Atlantic City, con 20.000 clientes. En cuatro años, su beneficio ha aumentado de 37 millones de dólares a 60.
La psicóloga Ángela Londoño-McConnell explica que «no sé por qué estas personas en particular deciden tomar testosterona. Pero, en términos generales, según algunos estudios científicos, la testosterona está relacionada de forma directa con el poder y el dominio. En general, estas profesiones suelen ser muy competitivas y, a lo mejor, esta hormona les proporciona cierta percepción de disponer de una ventaja sobre los demás. Además, quizás, la testosterona les hace tener más energía, lo cual también se ha dicho estar relacionado con la misma hormona».
En un principio, la lógica lleva a pensar que las personas que sufren impotencia sexual son las únicas que necesitarán compensar sus niveles de esta hormona.
En cambio, desde que empezó la recesión económica, el nivel de exigencia es mayor. Diferentes analistas han explicado que «no sabíamos lo que iba a pasar: lo peor era la incertidumbre». Los días posteriores al derrumbe del banco Lehman Brothers, a mediados de septiembre de 2008, todo fue una gran incóginita. En Wall Street mucho más.
Si bien es cierto que la crisis para Wall Street significa no poder pagar la casa de la playa o sacrificar el helicóptero para ir al aeropuerto, es cierto que el estrés al que están sometidos estos ejecutivos reduce sus niveles de esta hormona. Están más cansados. Piensan con menos claridad. Y les resulta más difícil concentrarse. Detrás tienen a un ejército de veinteañeros dispuestos a trabajar todo lo que les pidan y más, quedarse con su puesto y, sobre todo, con su sueldo de seis cifras.
Confianza en exceso
Londoño-McConnell explica que la decisión de tomar esta hormona puede venir «quizás por la inseguridad laboral, la necesidad en un ambiente excesivamente competitivo para tener éxito y la constante superación para alcanzar metas cada vez más altas. Puede ser parecido a un atleta profesional y al uso de sustancias ilícitas que mejoren su rendimiento atlético», apunta esta psicóloga.
La testosterona masculina se produce en los testículos. Mientras, el hypogonadismo es el término médico con el que se explica la deficiencia de la misma. Sus síntomas incluyen bajada de la líbido, fatiga y pérdida muscular y de cabello. Hay otros síntomas que pueden encender la alarma: falta de sueño, depresión y dificultad para concentrarse.
Otro síntoma de que este negocio florece es la venta de las inyecciones y cremas de testosterona. Londoño-McConnell advierte de que «no se sabe en este momento con certeza las contraindicaciones de la testosterona en altos niveles y a largo plazo. Lo que sí se ha visto en los estudios científicos es que el uso de la testosterona puede traer cambios en el estado anímico y de depresión. Un ejemplo común es lo que se conoce como "Roid Rage", que se refiere al aumento en los niveles de agresividad, según estudios realizados en hombres que abusan de la testosterona», destaca la psicóloga.
Ellos, más que ellas
Con o sin esta hormona, el informe «Los chicos siempre serán chicos: género, confianza en exceso e inversión en la Bolsa» sostiene lo siguiente: «Los modelos teóricos predicen que los inversores demasiado seguros de sí mismos compran y venden en exceso. Hemos comprobado esta predicción al dividirlos por género. La investigación psicológica demuestra que, en campos como las finanzas, los hombres tienen más confianza que las mujeres. Esta teoría predice que los hombres comprarán y venderán de manera más agresiva que las mujeres», mantiene una investigación del «Quarterly Journal of Economics». Todavía así, en el informe se concluye que estas operaciones reducen las ganancias en mayor porcentaje que las de las mujeres.
Douglas pide perdón
¿Tomaba el despiadado ejecutivo Gordon Gekko testosterona? No se sabe. Lo cierto es que hay estudios que dicen que el consumo de esta hormona incentivó una agresividad que pudo influir en la toma de decisiones –también agresivas– que ayudaron a la crisis financiera. Ahora Michael Douglas, que encarnó a Gekko, aconseja en un vídeo del FBI a tener conciencia social ante la «verdadera» crisis económica.
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