Tedax

El ascensor del «talde Erreka»

Los etarras iban a instalar un montacargas en su caserío para trasladar grandes cantidades de explosivos

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MADRID- Los miembros del «comando Erreka» tenían previsto instalar un montacargas en el caserío «Olalde», de la localidad guipuzcoana de Legorreta, que se había convertido en la base logística más importante de ETA en España, con el fin de facilitar el movimiento de materiales, ya que el «zulo» en el que escondían los explosivos estaba tres metros bajo tierra. En sus manifestaciones a la Guardia Civil. Aitor Esnaola, miembro de la célula y propietario del inmueble, explicó que el proyecto era hacer una «cámara congeladora» y un depósito. Fuentes antiterroristas, consultadas por LA RAZÓN, subrayan los planes de futuro de la banda, que nada tienen que ver con una supuesta disolución o entrega de las armas. Entre los objetos encontrados en el caserío había un molino eléctrico industrial, que era el utilizado para moler el nitrato amónico, producto que junto a otros sirve para hacer el amonal, uno de los explosivos usados habitualmente por ETA. Asimismo, fue hallada una caja de madera utilizada para secar este producto, una vez molido; cable de plástico para fabricar cordón detonante relleno de pentrita; y otros materiales, que estaban en perfecto estado de uso. Con los mil kilos de nitrato amónico, –contenía un 33,5 por 100 de nitrógeno–, y los otros utensilios y materiales, la fabricación del amonal estaba garantizada. Normalmente, el explosivo es envasado en bolsas de basura negras con una etiqueta en la que se indica el «comando» al que va destinado. Hasta ahora, las Fuerzas de Seguridad se habían incautado en España de amonal ya fabricado y preparado para su utilización, nunca en su formato de origen de «fábrica» –el nitrato–. Todo ello, prueba que la banda había cambiado de estrategia y, para después de las elecciones municipales, quería contar en territorio nacional con todo el material necesario para una prolongada campaña de atentados. En las dos anteriores treguas, gran parte de sus planes criminales se frustraron al atravesar la frontera los miembros de los «comandos» o los individuos que les tenían que entregar las armas y los explosivos.