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Cataluña

Nacionalismo berlanguiano por Alfonso Merlos

La Razón
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Es posible hacer más el ridículo en la defensa de la patria chica. Seguro que sí. Pero debe de ser muy muy complicado. La hondísima preocupación desatada por los campeones del separatismo para evitar la invasión fantasma por tierra, mar y aire de Cataluña tiene que ser forzosamente leída como una sátira ingeniosa, con un cierto toque de humor negro, que retrata a unos politicuchos convertidos en lo peor de lo peor. Difícilmente alguien más allá del gran Luis García Berlanga podría haber imaginado una historia más grotesca, más decadente, más burlesca. A los iluminados que denuncian con ardor pacifista y paleto que los peligrosos cazas del Ejército del Aire son una amenaza para Barcelona por su ruido y sus bombas hay que sacarles de su ignorancia y, por desagradable que sea, limpiarles su mala baba. Porque se da la circunstancia de que son esos temidos aparatos, ahora blanco de la ira estelada, los designados para defender esa hermosa región en caso de ataque. ¡El de los verdaderos enemigos, claro! No el ataque de ciencia-ficción de esos adversarios españolistas con los que fantasean y entretienen al personal los responsables de haber arruinado a siete millones de ciudadanos. España no está para la representación permanente de sainetes. Por divertido que pueda parecer, no es momento de poner en escena obras teatrales de aparente carácter cómico y jocoso. Porque más allá del esperpento de los indocumentados que las protagonizan sólo sirven para sembrar cizaña, levantar murallas y cavar trincheras; y, tristemente, para que por nuestra falta de solvencia, de seriedad, de pulso y de rumbo se nos mantenga en el lodazal del lodo basura. ¿O alguien le ve la gracia a esto?