Murcia

Serpientes a cañonazos por José Clemente

La Razón
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Hay que tener la cara muy dura para pedir a Valcárcel una comparecencia parlamentaria a mitad de agosto cuando quien lo hace ya ha acabado sus vacaciones o buena parte de ellas y está ahí dando la tabarra porque le toca guardia de partido las dos próximas semanas. Dura quincena para los dados al aburrimiento sino atan perros con longanizas o matan moscas con el rabo, y ni aún así escaparían al hastío de los aullidos en el desierto. Pero una cosa es tener la cara dura y, otra bien distinta, la desvergüenza de pedir la dimisión del presidente murciano por no querer someterse a la ducha fría que le exigen en comandita Begoña García Retegui y José Antonio Pujante, dos luceros del alba donde los haya. Una pérdida de tiempo cuando estamos bajo nubarrones que el 112 vaticina de «gota fría», mientras la oposición le pide a Valcárcel que explique por qué no ha salido el sol un día de verano. Les sugiero que hagan públicas las agendas de sus tres últimas semanas para sacarnos a todos de tan imponderable duda, aunque mucho me temo que serán los de la paja en el ojo ajeno los primeros interesados en que eso no trascienda, pues podrían quedar muy mal parados ante la frenética actividad de Valcárcel tanto en la Región de Murcia como fuera de ella. Además, este no es un fenómeno nuevo, sino que se repite cada verano y tiene la importancia que tiene, que más bien es poca o nula. Fui testigo el año pasado de lo mal que lo pasaron algunos consejeros para hacer cuadrar las cuentas que estos últimos meses se han presentado al Gobierno de la nación, al CPFF y a las mesas de concertación con los sindicatos, sacando el tiempo de donde no existe y sacrificando a las familias como casi siempre, para que de nuevo saquen la serpiente de verano a pasear con excusa o sin ella. Si a eso le añadimos que el PP, como el toro enamorao de la Luna entra a todos los trapos o lo que la brisa mueva, tenemos una pérdida de potencia de extrema gravedad cuando el manual de instrucciones aconseja acumular toda la energía posible para hacer frente a lo que se avecina este otoño. Las serpientes de verano no se matan a cañonazos, se mueren solas.