Santiago de Compostela

OPINIÓN: Benedicto XVI Santiago y Europa

Acabo de regresar de Santiago, de ganar el Año Santo y de impartir la lección inaugural del nuevo curso del Colegio Mayor La Estila. El director del Colegio me pidió que les hablara a los alumnos de dos papas europeos, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Desde luego, ningún sitio mejor que Santiago para hablar de Europa y ningún momento más oportuno que este Año Santo en que Benedicto XVI peregrina a Compostela para abrazar al Apóstol.

La Razón
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¿Qué le pedirá el Papa al Apóstol Santiago cuando acaba de crear un Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización? Es fácil adivinarlo. Ya Juan Pablo II pedía una nueva evangelizacion para Europa.

En Santiago, Benedicto XVI, como su recordado predecesor, pedirá que «Europa no olvide sus raíces». Como aquel gran Papa «venido del frío», clamará para que Europa se encuentre a sí misma, «respire por sus dos pulmones», el oriental y el occidental, ambos pulmones cristianos, pues la identidad europea no se entiende sin el cristianismo.

La llamada de Benedicto XVI a Europa, a la juventud de Europa, es necesaria y oportuna. El sentido de lo que es Santiago, de lo que significa Compostela en la historia de Europa no se pierde. Al europeo de hoy hay que proponerle unos ideales de los que sentirse orgulloso y recordarle sus orígenes cristianos. Solo así Europa volverá a ser lo que pensaron sus padres fundadores, Monnet, Schumann, Adenauer y De Gasperi, todos cristianos y dos de ellos –y hay que recordarlo: Schumann y Adenauer– en proceso de beatificación.

 Afortunadamente, ya se empieza a recordar por algunos lideres europeos actuales –Angela Merkel– la importancia del cristianismo en la construcción de Europa, frente a aquellos que quieren arrinconar nuestras raíces y entablar diálogo con civilizaciones ajenas, permitiendo erigir nuevas mezquitas donde nunca las hubo y suprimir las cruces de donde siempre estuvieron.

De la Europa del Tratado de Roma, atlantista y occidental, cristiana y grecorromana, hemos pasado a una Europa pacifista, desnortada y amorfa, una masa de veintisiete países con diversos niveles e intereses que han tirado por la borda la conciencia de «ser y estar» en Europa.

 Creo que es de gran interés y de enorme repercusión en España y en Europa la visita de Benedicto XVI a Santiago de Compostela. Es un buen momento para recordarnos de nuevo de donde venimos y recuperar nuestros valores morales y éticos, nuestra cultura y nuestra responsabilidad y solidaridad cristiana en un mundo globalizado.

En efecto, hasta que se redactó el desafortunado proyecto de Constitución europea, felizmente fenecido, el ciudadano europeo tenía conciencia de pertenecer a una civilización superior común basada en unas comunes creencias cristianas e identificada por similares valores morales y culturales. Nuestros líderes han buscado la ampliación de nuestros mercados a costa de nuestros valores. Se nos vino a decir «come y calla» y así Europa se encuentra ahora sin otro destino que el interés material.

Creo que la juventud europea empieza a darse cuenta de que no vamos por el buen camino, que no sólo de pan vive el hombre –y menos ahora que escasea por la crisis económica–, y pienso que Benedicto XVI, con su peregrinación a Santiago prestará un gran servicio a nuestro viejo continente. Desde Compostela, Benedicto XVI pedirá al Apóstol Santiago su protección sobre España y sobre Europa. Corresponde a nosotros entender el sentido de su peregrinación y despertar de nuestros letargos nacionales y europeos, recuperando nuestros valores y valorando nuestras responsabilidades.