Embarazo
Un corazón nuevo en el vientre materno
Una técnica pionera permite operar un ventrículo de un feto de 22 semanas
MADRID- Carmelo corre, salta y sonríe sin cesar. No le dan miedo las cámaras, no es tímido y sabe que es el protagonista. Tiene dos años y su calidad de vida es excelente. Así lo confirman los doctores Alberto Galindo y Alberto Mendoza, del Hospital 12 de Octubre de Madrid. Cuando aún estaba en el vientre de su madre, la ecografía de las 20 semanas de gestación reveló que sufría un problema muy grave de corazón. Los médicos del Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, al que acudió su madre, María Martín, detectaron que la válvula aórtica de su ventrículo izquierdo estaba prácticamente cerrada y que necesitaba cirugía urgentemente. Carmelo Castro fue el primer feto en el que se ha practicado esta operación, aunque desde 2006, cuando comenzaron estas intervenciones en el centro madrileño, 17 fetos han sido intervenidos con éxito de alguna patología cardíaca.
«La operación no duró más de una hora, sin embargo, la intervención debía ser muy precisa porque la aguja que atravesó su pequeño corazón, similar a una moneda de un euro, duró unos minutos», detalla Mendoza, el cardiólogo pediátrico que participó en la operación. Una vez alcanzado el órgano, los cirujanos introdujeron un balón en la válvula para abrirla y permitir que la sangre saliera sin problemas y no se atrofiara. A las seis semanas de su nacimiento, Carmelo volvió a Madrid para que los médicos le reactivaran la válvula. Y hace cuatro meses acudió de nuevo al hospital para pasar por el quirófano y evitar que se cerrara.
«Carmelo será intervenido en más ocasiones y su válvula, al final, se sustituirá por una prótesis», explica Galindo, especialista en Obstetricia. Ambos médicos insisten en el fin de la intervención: «Buscábamos proteger el ventrículo y evitar que el niño viviera con un corazón univentricular», explican. Pero Carmelo tuvo suerte, pues sólo el 10 por ciento de las anomalías cardíacas puede tratarse antes de nacer.
«No tuve miedo»
- Lo único que diferencia la vida de Carmelo de la del resto de niños de su edad es su cita con el cardiólogo cada dos semanas. Por eso, su madre, María, aún no se lo cree: «Cuando me lo diagnosticaron, lo daba por perdido, pero cuando me explicaron la intervención no sentí ningún miedo», comenta emocionada.
- El doctor Galindo asegura que casi todas las malformaciones cardiacas «tienen una base genética, y existe un doble riesgo de tener otro hijo con problemas de corazón», pero, por suerte, la hermana de Carmelo está sana.
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