Sevilla

De la épica a cuartos

Los espectadores que acudieron ayer a El Madrigal pagaron su entrada para ver un partido, pero realmente vieron dos bien distintos de 45 minutos de duración. El descanso fue el límite entre una gran primera parte del Valencia, que salió a por todas y pleno de acierto, y la exhibición del Villarreal en el segundo capítulo, en el que marcó cuatro goles y se tragó a su rival, incapaz de encontrar respuestas a la avalancha amarilla.

El delantero italiano del Villarreal, Giuseppe Rossi (d), celebra el segundo gol del equipo amarillo
El delantero italiano del Villarreal, Giuseppe Rossi (d), celebra el segundo gol del equipo amarillolarazon

El Valencia tomó pronto las riendas del partido, en una especie de prolongación del encuentro de ida, en el que el juego de los de Emery no tuvo más premio que el empate sin goles. Aunque es cierto que Banega abrió la cuenta casi antes de merecerlo, gracias a la colaboración de Juan Carlos, el habitual guardameta suplente del «submarino». Un disparo lejano del argentino se deslizó por el cuerpo del portero y acabó dentro de la portería. El equipo visitante estaba más centrado en el juego y sus aproximaciones a la meta rival eran cada vez más peligrosas. El dominio valencianista alcanzó su nivel máximo con el segundo tanto, que llegó tras un buen pase de Maduro a Soldado. El delantero controló y remató rápido y bien dentro del área, en lo que parecía la sentencia de la eliminatoria.

Es cierto que las apuestas en ese momento estaban todas en contra del Villarreal, que necesitaba al menos tres goles para seguir adelante, pero también lo fue que los de Juan Carlos Garrido empezaron a despertar poco después. La primera mitad terminó con el Valencia pidiendo la hora y los castellonenses con más ganas de remontar que de tomarse quince minutos de respiro.

Los signos de recuperación amarilla no eran un espejismo y terminaron con el delirio en las gradas de El Madrigal. Rossi completó la goleada, los 45 minutos de éxtasis del Villarreal, con su segundo gol, que era el cuarto de su equipo y el entierro definitivo para los valencianistas.
Dos dianas del italo-estadounidense y otro par de Marco Ruben firmaron el pase de los locales a cuartos de final, donde ya esperaba el Sevilla. Nada más volver del vestuario, el Valencia empezó a perder su ventaja y en sólo tres minutos se dejó más de la mitad de la misma. Después del penalti de Stankevicius, el Villarreal se puso por delante por fin con una gran jugada de triangulación que terminó con Cani dentro del área con el tiempo suficiente para dejar a Ruben solo ante el gol.

El Valencia volvía a encontrarse por detrás y aunque tenía tiempo suficiente para reponerse, no tenía ni las fuerzas ni las ideas apropiadas para conseguirlo. Lo intentó con poca fe y menos fútbol, mientras su enemigo crecía de forma imparable. Rossi puso la sentencia definitiva y dio comienzo a la fiesta del pase a cuartos en El Madrigal.