Nueva York
Ronaldo exhibió su pasión por Irina por Jesús MARIÑAS
Fue un Cristiano inédito, lo nunca visto. Estuvo apasionado, entregado y dándole besitos a Irina durante la cena de los «Glamour», en el Hotel Ritz. El futbolista y la modelo rusa usaron estrategias para no ser pillados juntos. Ronaldo apareció mediado el segundo plato y allí no desaprovechó para exteriorizar lo que siente. Propició ironías como la de Fernando Romay, quien aseguró que «nunca soñé con ser vinculado al glamour» o a una Adriana Abascal rejuvenecida tras divorciarse de Juan Villalonga. Le decían que «no se entiende que te haya cambiado por su actual esposa». Lo opinaron ante Carlos Moyá y una Carolina Cerezuela nuevamente en línea: «Levantarte a las siete por la niña supone todo un ejercicio», recomendó ante una Jaydy Mitchel que tiene en Nueva York a Rafa Márquez y dónde jugará tres temporadas. A la mexicana se le metió un pelo en el ojo y a punto estuvo de no poder presentar los premios en los que Maxi Iglesias evitó ser retratado con su madre. Las series ofuscan, como al prepotente Hugo Silva. Marta Sánchez agradeció el galardón con una canción y Moyá apostilló sutil: «La próxima vez traeré una raqueta y haré frontón en pleno salón», resumió cerca de Gaelle Collet con unos zapatos de lentejuelas «made in Dior». Alejandra de Rojas encogía los hombros dentro de sus transparencias negras cuando le citaban la inconstancia amorosa de su ex Luis Medina, mientras Laura Sánchez se perdía en una túnica negra y presumía del brazalete con forma de caimán firmado por Bárcenas. «Lo presenté hoy, y me lo llevé», soltó ante un Boris Izaguirre que prefería detallar el susto caraqueño al fiasco de su programa –fue asaltado por cuatro que parecían de la guerrilla–: «Iba con mi maridoles, les dimos el reloj y lo que llevábamos encima». Algunos cuestionaban el susto ante el aterciopelado Toño Pernas mientras Carmen Valiño aireaba un fondo de armario negro y dorado de Loewe. «¿Dónde está mi Maxi?», demandó la Cerezuela confundiendo a Iglesias con Maxim Huerta, mano derecha de Ana Rosa Quintana.Recompensaron cuánto hace por los haitianos, subrayado por Miky Nadal, de chaqueta ribeteada en rojo y un Ángel Martín sin complejos. Mientras, Irina y Ronaldo mantenían el intercambio de caricias y complicidad. Costaba creerlo. Ella perdonó la paternidad entrometedora, con la misma naturalidad que el jugador hablaba con la boca llena. Qué manera de marcar y acabar rematando a esta mujer de físico único. Fueron todo un número que no estaba previsto.
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