Crítica de cine
Bardem mejor actor en Cannes: «A Penélope mi amiga mi amor»
Eclipsó al ganador de la Palma de Oro, el tailandés Apichatpong Weerasethakul, y eso que se sabía varias horas antes que el galardón era para Bardem. Los medios franceses también avanzaban en sus ediciones digitales el palmarés. Fue un Cannes con poca sorpresaJavier Bardem se llevó el premio de interpretación masculina del Festival de Cannes por su papel en "Biutiful".
Si era un secreto, estuvo muy mal guardado. Se le sabía «ultra-favorito», figuraba en todas las quinielas, pero a la hora del Palmarés, a nadie le sorprendió que fuera Javier Bardem el que se hiciera con el premio a la mejor interpretación masculina por «Biutiful», del mexicano Alejandro González Iñárritu. De hecho, alguien sopló su nombre como premiado «oficial» de un galardón horas antes de que arrancara la ceremonia de clausura. Aunque, cuando llegó a recogerlo de manos de Diane Kruger, la emoción estaba intacta. Aunque fue el único reconocimiento que cosechó «Biutiful».Difícil resultará saber si las filtraciones emanaron de la Villa Doumergue, encaramada en lo más alto de Cannes para evitar toda influencia, y donde los miembros del jurado, encabezado por Tim Burton, estuvieron reunidos en cónclave largas horas. Si algo no se filtró, y fue una de las sorpresas de la noche es que Bardem no fue el único titular de ese premio, que también recogió «ex aequo», el italiano Elio Germano por «La nostra vita», de Daniel Luchetti. Verles desfilar sucesivamente por la alfombra roja con iluminadas sonrisas dejaba presagiar lo que Burton llamo «una inusual situación». Un guiño arriesgadoIgualmente inusual resultó ver la Palma de Oro atribuida al cine tailandés. Un justo galardón pero quizá también un guiño a un país que atraviesa una convulsa situación política. Premiando con el máximo galardón a Apichatpung Weerasethakul por su película «Oncle Boonmee...» (una coproducción catalana) el jurado realizó una arriesgada apuesta y se decantó por un filme nada convencional, apartando de la primera línea a algunos de los clásicos como Mike Leigh, Ken Loach, Kiarostami o el francés Xavier Beauvois, que se alzó con el Gran Premio por «Des hommes et des dieux». Sin embargo no ha sido año de grandes películas. Cuentan los más veteranos que tras la primera proyección de «Cinema Paradiso» (1988) arreció una lluvia de aplausos que duró diez minutos. También por entonces los pateos podían ser históricos. Hace años que la Croisette no se emociona de esa manera, pero cada año cinco o seis películas levantaban el entusiasmo. En 2009, sin ir más lejos, «La cinta blanca» y «El profeta» se batieron en un duelo que llegó hasta los Oscar. Este año el jurado, no obstante, ha tenido que premiar por eliminación. Que la cosecha de Cannes sea mediocre no solamente afecta al ánimo de los que hemos vuelto cada noche al hotel con hambre de buen cine, sino a todos los que pasan por taquilla. Con todo, el festival francés ha logrado en los últimos años la supremacía, es decir, nadie se niega a realizar el estreno mundial en la Riviera; sino que además los grandes maestros enfocan todo el trabajo de producción para que sus nuevas creaciones estén listas para ser servidas el mes de mayo. Miren si no el ejemplo de Ken Loach: tenía previsto estrenar en junio, pero la presión de sus productores para que se viera «Route Irish» aquí ha sido tal que fustigó a su montador para que terminara un mes antes. Tampoco olvidemos a Woody Allen, que rompió su fidelidad con Venecia en cuanto los franceses le susurraron «ven». Divagación estéticaAl grano: si Cannes proyecta una selección de lo mejor del año, preparan ración y media de palomitas por sesión para entretenerse. La decepción es aún es mayor si recordamos que en esta edición los púgiles eran todos campeones, pero ni los dos veteranos antes nombrados, ni Mike Leigh, Kitano, Kiarostami, Mikhalkov, Iñárritu... han cuajado uno de esos asaltos que les dieron renombre. Viene a confirmar Cannes también la pujanza de Oriente, pero tanto en «Chongquing Blues», del chino Wang Xiaoshuai, «The Housemaid», del coreano mi Samgsoo y «Poetry», de Lee Chang-dong, la puesta en escena está muy por encima del conjunto. Desde el Este de Europa han llegado también propuestas plásticas y con ideas sugerentes, como «Tender Son. The Frankenstein Project», de Kornél Mundruczó, y «My joy», de Loznitsa, que podían haberse aplicado aquel pensamiento de Hawks: «Soy tan cobarde que hasta que no tengo un buen guionista no quiero hacer una película». No se vuelven a casa con esta misma sensación los que han paladeado las secciones paralelas. Especialmente Un Certain Regard ha vuelto a ser un grito latino con «Octubre», de los hermanos Vega, y la argentina «Los labios». Lo mismo para "Revolución", en el que diez de los nuevos talentos mexicanos exhiben la fuerza de esta nueva potencia cinematográfica. Otros recordaremos Cannes por la momumental «Carlos», de Assayas, producida por Canal + Francia, lo que viene a constatar que la verdadera revolución de la ficción en estos días la está haciendo la televisión.
Una declaración en toda reglaDe amor y en toda regla. Penélope se sentó al lado de Javier Bardem en la platea del Teatro Lumière. Al su lado estaba la familia del actor. «A mi amiga, mi compañera, mi amor. Penélope: te debo muchas cosas y te quiero mucho». Lo dijo alto y claro, todo el auditorio lo escuchó. Y su novia, que lucía un escotadísimo traje color champán, no pudo contener las lágrimas. Fue la imagen de Cannes, lo más comentado de la ceremonia; tanto, que se llevó por delante al ganador de la Palma, de nombre y apellido impronunciables. Las cámaras le apuntaban a él y bucaban la foto junto a su novia, que llegó a las redacciones. Tarde, pero llegó.No se olvidó Bardem de Iñárritu: «Es un increíble director que pone de relieve el trabajo del actor. Un creador único que representa al ser humano que lucha por ser mejor», agregó. Bardem se convirtió ayer en el quinto intérprete español que se lleva la Palma en la categoría de mejor actor. Uxbal, que así se llama el personaje que interpreta en «Biutiful», le ha dado una nueva alegría.
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