Historia

Cuba

El hombre que susurra negocios a los caballos

Leopoldo Fernández Pujals fundó Telepizza, compró Jazztel y ahora tiene la mayor yeguada de España

Lepoldo Fernández Pujals, con uno de sus caballos en su finca
Lepoldo Fernández Pujals, con uno de sus caballos en su fincalarazon

Para huir de la nostalgia, se puede correr o «caminas antes de que te pille la sombra», cuenta Leopoldo Fernández Pujals. Pero nunca escapas. Pujals, Leo para los amigos, aprendió por necesidad a correr a los 13 años cuando se tuvo que ir de Cuba y ya no sabe parar. Se inventó Telepizza, levantó Jazztel y ahora se ha apasionado por los caballos. Tiene más de 650 cabezas en una finca cerca de Madrid, la mayor yeguada de España. Es cerrar un círculo inaudito y casi absurdo: pizzas, telecomunicaciones y caballos. Si alguien piensa que no tiene nada que ver una cosa con otra, que es mezclar culos y témporas, es que no tiene ni idea de negocios y no sabe cómo conseguir beneficios de cualquier cosa con buenas ideas: «Montar un negocio es como cruzar los Alpes. Vas a estar en la primavera, con sol, la nieve derretida y en una zona llana. Luego puedes estar trepando con nieve, ventolera. Debes buscar soluciones, saber dónde quieres llegar. Y tomar decisiones. Además me gustan los retos». El primero fue sobrevivir. A los 13 años, cuando Fidel y los barbudos obligaron a Leopoldo Fernández Pujals a exiliarse del país, su vida cambió y fue irremediable: «Mi familia tenía cien años de historia y estaba muy establecida a nivel social y económico. En Estados Unidos me convertí en un número más. Imagínate que, de repente, ahora te vas a trabajar a Rusia, así sin más». Aunque creía que se marchaba unos meses para aprender inglés, físicamente se fue de Cuba para siempre. Kennedy fue uno de los culpables: «Es uno de los errores más graves cometidos por Kennedy cuando fue presidente de Estados Unidos. Para muchos fue un hombre que salvó al mundo de un enfrentamiento nuclear, pero todo lo que vivimos hoy en día son decisiones pésimas suyas. Primero Bahía Cochinos, que traicionó a los que fueron a la isla, después viene la crisis de los misiles y ahí se pacta que Cuba no sería invadida por Estados Unidos».Entonces se acabó su esperanza y comenzó la nostalgia: «Recuerdo el colegio, el club donde íbamos, tan elitista que hasta se negó la entrada al dictador Batista. Recuerdo a mis amigos, una finca que teníamos. Yo iba a ser ingeniero agrónomo, pero, sin tierras, estudié finanzas». A los 63, con dolores de cadera y sin poder jugar al golf ni montar a caballo, su pasión definitiva, el cubano Pujals ha convertido a su isla en un lugar inalcanzable y puede que incomprensible. «Es como cuando te falta agua en el desierto y ves un espejismo», explica con la voz más oscura. Es la primera vez que cuesta oírle. Hace tiempo encontró la palabra para explicarse: «Cuba es un anhelo».Intenta paliarlo con la ayuda económica a la disidencia. Es su causa, la que le acompaña siempre, como su acento cubano, aunque ya cumpla 50 años lejos de su tierra. No fue el exilio, fue el ejército estadounidense, antes de combatir en Vietnam, quien le convirtió en lo que es: «Te ponían a correr y correr y correr, con un bulto atrás de 50 kilos y a correr y correr y quien no corría, fuera. Dormíamos tres horas diarias y, cuando estabas recibiendo una lección, yo me ponía de pie, porque si me quedaba sentado, me dormía. He visto a hombres mayores llorar por no poder aguantarlo».A partir de ahí no olvidó que era un hombre, que sólo los duros llegan y es lo justo, y que había que correr, para escapar cuanto antes de la nostalgia. «Competir con anglosajones universitarios me empujó la autoestima. No importa lo duro que sea, comparado con otros seres humanos, yo sé que puedo levantar la cabeza».Cuando con Johnson & Johnson llegó a Madrid, ya había interiorizado que los hombres se hacen a sí mismos. Y también que les gustan las pizzas. «Empecé en una tienda, hacía pizzas, trabajaba por las noches y fines de semana. Decían que desprestigiaba lo que era un directivo. Me ponía un polo, unos vaqueros, una gorrita y me ponía a vender pizzas. Alguien de Johnson & Johnson no podía hacer eso, pensaban los compañeros. Pero es que así, nadie haría nada». Trabajó en su tienda en el Barrio del Pilar, después abrió otra, una más, otra, y creó el gigante Telepizza. No es una empresa cualquiera, es toda una biografía. Vendió que no es bueno pararse porque llega la sombra y se hizo rico. Podía retirarse en su casa de Las Bahamas o en su finca de 1.000 hectáreas cerca de Madrid, donde huele a caballo y a tranquilidad, pero siguió corriendo y se metió en Jazztel, para convertirla en una empresa que pudiese competir de verdad.Mientras, se enamoró del caballo español y, como toda pasión inexplicable, no la ha podido abandonar. Dice que los caballos blancos son así por un defecto genético, que van perdiendo color según cumplen años. «Lobito» corre esplendoroso y Pujals cuenta que el paso y el galope dependen del caballo y que sólo el trote se puede educar. Ha tenido una reunión con ganaderos, ha madrugado, porque es su deber y se ha ido a su finca cerca de Madrid, donde tiene la mayor yeguada de España, más de 650 cabezas de caballo. «Mira las patas –dice–. Es bonito».Agarra los caballos y se queja de la cadera. Se ve joven para pelear por una buena administración para los ganaderos y viejo, «tengo 63, dentro de 20, 83», para volver a Cuba y vencer la nostalgia.

Cómo ser un emprendedorSe iba a ir de vacaciones a Las Bahamas, con su mujer y sus hijos, pero como decidió presentarse a ANCCE, la asociacion de ganaderos de caballo español, dos días antes renunció al placer. A su mujer, al principio, no le gusto, pero «la mejor educación para los niños es que sepan que lo primero es el deber». Ése es uno de los lemas de Pujals para ser un emprendedor. Otra de su claves es saber aprovechar una buena idea, como hizo él con las pizzas. Asegura que después hay que asesorarse y volcarse en la compañía. Una vez que ha crecido y se mantiene, comienza el distanciamiento del creador. Ya no tiene que ocuparse del día a día. Lo está haciendo ahora en Jazztel. Así tiene tiempo para los caballos y volver a las pizzas con «La Original».