Tenemos hoy una cita a las 12 de la mañana en la Plaza de Cibeles de Madrid. Salimos a la calle para celebrar el Día Internacional de la Vida. Quienes hemos estado a punto de perderla valoramos aún más el regalo de vivir. En mi caso incluso alguien decidió que, para evitarme sufrimiento, no siguiera viva. Ese alguien fue mi padre, quien sugirió a los médicos que me llevaran a la paz eterna cuando supo lo que aquella bomba había hecho con mi cuerpo. Nadie, ni siquiera los propios padres, pueden decidir por nadie sobre su derecho a la vida. ¡Ay de mí si los médicos hubieran obedecido a mi padre! Él no quería que sufriera, lo hacía por mí, sin embargo ahora me ve y se lamenta de haberme deseado la eutanasia. Por eso ya no la defiende. Lo que sí defiende es que mientras hay vida, hay esperanza. Pedimos hoy a toda la sociedad que tome conciencia del valor de toda vida humana y exija su respeto y su protección legal. Luchar contra el terrorismo, la violencia de género o el crimen es también luchar por la vida. El amor a la humanidad, a los valores humanos y la protección de las personas está por encima de etiquetas políticas. Esta manifestación no entiende de ideología, ni de religión, sino de humanidad. Hoy es buen día para celebrar la vida.