Estreno
«Animals United 3D»:
Director: Reinhard Kloss y Holger Tappe. Guión: Oliver Huzly, Reinhard Klooss, Klaus Richter, Sven Severin, según el libro de Erich Kästner. Música: David Newman. Duración: 93 minutos. Alemania, 2010. Animación
No basta con que una pandilla de animales –desde un oso polar todo severidad a un gallo todo liderazgo, pasando por un suricato al que se le ha adjudicado el papel de payaso– hagan unas cuantas cucamonas en la sabana africana. Tampoco basta con que el pretexto argumental sea una denuncia a los cuatro vientos de la responsabilidad de los humanos en el cambio climático y el desastre ecológico en territorios vírgenes, que habría que preservar (por si algún niño no se había enterado, el discurso de una tortuga centenaria profundizando en el tema reincide en buscar culpables) por el bien de todos. Es bien sabido que el cine de animación siempre lanza misiles de responsabilidad moral contra los lúdicos muros de la infancia, pero lo que hace «Animals United 3D» es querer camuflar sus insuficiencias artísticas –muy evidentes en los planos generales- bajo el disfraz del mensaje respetuoso con la Naturaleza.
Teniendo a «El rey león» y «Madagascar» como faros-guía, la película de Reinhard Kloss y Holger Tappe no puede librarse de las comparaciones con los reyes de la animación digital, los chicos de la Pixar, precisamente porque en cada plano busca emular su trabajo. A «Animals United» le cuesta encontrar su personalidad, preocupada como está de parecer americana. Paradójico, porque lo que critica –ese «resort'» con piscina y campo de golf incluidos, que impide que el agua llegue a los animales– es el paradigma del capitalismo neoliberal. Pero el filme parece discurrir al margen de sus propias contradicciones, como si apenas le importara que sus ansias de imitación estén paralizadas por un guión insuficiente, una insólita falta de ritmo narrativo y un diseño de personajes más bien pobre, más bien fotocopiado.
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