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Cataluña

El escándalo catalán y sus protagonistas

La Razón
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Como siempre suele suceder, y más en el mundo de los toros, sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Y ahora no sólo retumban unos muy amenazadores truenos que no anuncian nada bueno, sino que los rayos que alumbran esta tormenta dejan ver en su espectral resplandor un muy preocupante panorama. La mayoría de la clase política catalana ha hecho gala de un cinismo sólo comparable con su ignorancia y, si Dios no lo remedia, han puesto a los pies de la mulillas un espectáculo que tuvo en aquella tierra una de sus puertas de entrada. Fue también durante muchísimo tiempo, rampa de lanzamiento de todo áquel con aspiraciones y que pretendía ser alguien en el toreo y, así, en sus plazas –Tarragona, Gerona, Palamós, Figueras... o las tres de Barcelona– se anunciaban todas la figuras de cada momento.

TradiciónNo hay que olvidar ni echar en saco roto, aunque sea dato menor, que el de Gerona pasa por ser el club taurino más antiguo de España. Ni tampoco ignorar que muchos han sido los toreros nacidos y hechos en Cataluña. Por no hablar de su antiquísima tradición en festejos populares, cuna del torero en plaza.Y si causa espanto que, por un puñado de votos, se prive de su afición favorita a un gran número de ciudadanos, amantes de un espectáculo que tiene extensas y profundas ramificaciones en prácticamente todos los ordenes de la vida, no deja de sorprender que los responsables de la causa taurina hayan, cual Don Tancredo, mirado hacia otro lado sin mover un dedo para detener esta iniciativa prohibicionista que tan mala pinta tiene.No basta con echar por delante a la Prensa especializada ni a una minoría de aficionados que se quejan ante lo inevitable. Y a los hechos me remito. Si los antitaurinos han sido capaces de mover esto, ¿qué han hecho mientras tanto aquellos que se supone que viven de ello? Yo se lo digo, nada.