A toda acción o frase hecha que no corresponde con lo que significa sensatez se le llama necedad. La demagogia de gobernantes, políticos, administrativos culturales, mentores de conciencia que incumplen su deber, la irresponsabilidad de los que imponen normas inadecuadas sin importarles el deterioro físico y mental del ciudadano es propio de la necedad.

¿No sería más honrado descubrir chanchullose ineficacia de los responsables del bien común al aumentar la deuda pública, gastos de amortización por ciudadano, las empresas suministradoras de servicios con elevados intereses, contratos personales de libre asignación, entre ellos altos cargos, multiplicando el gasto... sin atender mejor el hecho cultural, por ejemplo: El Teatro, injustamente desfavorecido? El teatro siempre ha sido y es instrumento eficaz para la tolerancia y la libertad. Modifica los conflictos bélicos porque es el arma poderosa de la reflexión como alternativa de la paz tan ausente de las políticas que sólo prestan atención al dinero y no escuchan el sentimiento más profundo de los seres humanos dispuestos a la reconciliación. Comprometerse a la divulgación de los medios necesarios para conocer nuestros propios conflictos a fin de solucionarlos a través del teatro como alternativa posible es labor de programas inteligentes no de la necedad e ignorancia cuya única meta, repito, es el dinero, la ambición, la tiranía camuflada tras el progreso y la democracia.

Cicerón afirma que nadie debe aprovecharse de la necedad ajena. Es indudable que los desaprensivos en el poder aumentan la necedad e intentan desterrar la inteligencia.