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España

Comienzan las deserciones en ETA

Buscan desaparecerel mayor tiempo posible, convencidos de la autodestrucciónde la banda. 

Comienzan las deserciones en ETA larazon

MADRID-Miembros de ETA, que se encuentran en la clandestinidad en Francia, han decidido desertar y huir a terceros países, algunos de ellos de Iberoamérica, con el fin de reorganizar sus vidas al margen de la banda. Según han informado a LA RAZÓN expertos antiterroristas, ya se han detectado varios casos, cuyos nombres no se hacen públicos por razones obvias de seguridad, pero no se descarta que en los próximos meses aumente el número, dada la situación por la que atraviesa la organización criminal.ETA se ha enfrentado a muchos problemas internos en los últimos años, algunos agravados tras la ruptura del alto el fuego que habían anunciado para negociar con el Gobierno. Pero detrás de todo ello estaba realmente la efectividad de las Fuerzas de Seguridad españolas y francesas, que impidieron la campaña de atentados prevista tras el fin de la tregua. Además, evitaron la reorganización de las estructuras internas. La sucesión de detenciones de los cabecillas en cuanto toman el poder ha retrasado que este trabajo se pudiera llevar a cabo.Sin embargo, con los que no contaban los dirigentes terroristas era con las deserciones, algo impensable (aunque haya ocurrido alguna vez en el pasado) en una organización en la que se practica el centralismo democrático de los grupos marxistas y en la que a uno le pueden volar la tapa de los sesos por atreverse a dar un paso de este tipo.Por ello, los expertos que conocen los casos que ya se han producido y los lugares escogidos para permanecer escondidos, lo más lejos de la posible venganza de ETA, actúan con gran prudencia y discreción. Las deserciones no han estado hasta ahora en el guión de la banda y demuestran el grado de descomposición interna de una organización que, según documentos internos, no ha sabido responder con atentados y demostraciones de fuerza a los constantes éxitos de las Fuerzas de Seguridad.El panorama para los miembros de la banda que están en la clandestinidad en Francia es, según los citados expertos, esperar a que una madrugada la puerta del piso en el que viven sea volada y, en décimas de segundo, agentes de las unidades de intervención galas les tengan esposados en el suelo, como paso previo a su comparecencia ante los tribunales. Después, la cárcel. La participación en debates internos es prácticamente nula, pero lo que más les preocupa es la sensación de impotencia ante la información que poseen las Fuerzas de Seguridad.Los países que han escogido algunos de los que han optado por la deserción están al otro lado del Atlántico, donde existen colonias vascas cuya ideología es moderada, como mucho nacionalista, y que reniegan de las actividades terroristas de ETA. Naciones de Europa y de otros continentes son también puntos de destino, aunque en menor medida.La perspectiva de estos individuos, sobre los que, en algunos casos, pesan requisitorias judiciales, es la de «desaparecer» del mundo durante algunos meses o años, ante la certidumbre de que ETA ha escogido un camino que, con el paso del tiempo, le va a llevar a su autodestrucción. Sería el momento de intentar reorganizar sus vidas.Los planteamientos de alto el fuego (de los que hablan estos días algunos medios de comunicación para que Batasuna se pueda presentar a las elecciones del año que viene) chocan con los mensajes que les hacen llegar los cabecillas en el sentido de que «nadie se engañe. Antes de que esto pueda terminar, tenemos que dar mucha leña y todos deben saberlo».Es decir, más de lo mismo: nueva tregua-trampa con otro disfraz pero, en este caso, sobre planteamientos meramente teóricos ya que, en la práctica, no se tiene ningún tipo de fuerza para poder imponer las tesis propias y obligar al Gobierno a que se siente en una mesa de negociación.ETA tiene problemas para el control de los militantes que mantiene en la clandestinidad en Francia. Viven cono nómadas. Los constantes cambios de piso, las pernoctaciones en el monte y las dificultades para establecer contacto (tienen miedo a utilizar el teléfono e internet), provocan que se muevan con una gran inseguridad. Cualquier cita para recibir instrucciones puede estar vigilada por agentes, como ocurrió recientemente con los individuos que se ocuparon de trasladar al jefe del llamado «aparato militar», Mikel Karrera, «Ata», hasta un piso de Bayona donde fue detenido junto con otros dos. Problemas de controlHace años, la banda conocía al instante si alguno de sus militantes se había salido de la disciplina y, por ejemplo, había abandonado un piso de seguridad para comprar algo, dar una vuelta o ponerse en contacto telefónico con sus familiares en España.Ahora ya no es así. Sin embargo, se da por seguro que los cabecillas no tardarán en conocer, si es que no lo saben ya, las identidades de los que han desertado. Lo que puedan hacer depende de la operatividad de la banda, que en la actualidad es muy escasa.

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