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La Razón
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Decir que hoy José Mario dos Santos Mourinho Félix no ha tropezado con nadie tiene riesgo. Siempre queda la esperanza de que a última hora haya puesto a pan pedir a alguien. Nunca hay que perder la esperanza.

Uno de sus defectos, la incapacidad para aguantar una crítica o una pregunta que le incomode, ya ha salido a relucir. Sólo los aficionados a bailar el agua al interlocutor, por muy maleducado que sea, serán los únicos en soportarle. Tiempo atrás, después del desplante de dejar a los periodistas con la palabra en la boca en una conferencia de prensa, se le habría respondido adecuadamente. Por ejemplo, levantándose todos en otra sesión en cuanto comenzara a hablar.

El abanico de quienes pueden recibir sus invectivas, desprecios, insultos y descalificaciones es tan amplio que ha incluido en la oferta a sus jugadores. No recuerdo desde los tiempos de Santiago Bernabéu, y ya ha llovido, que un entrenador haya menospreciado a un jugador como lo hizo el lunes José Mourinho con Pedro León.

El entrenador es quien mejor conoce el trabajo de sus jugadores y está en su derecho dejar en la suplencia a quien no se esfuerza en la preparación. Lo que no tiene explicación es que, incluso en tal caso, lo ningunee de tal manera. Decir que jugaba en el Getafe es, al tiempo, menospreciar al club madrileño. Las medidas disciplinarias se toman sin dar tres cuartos al pregonero. Sin embargo, da la impresión de que ha prescindido del jugador porque todos los medios destacaron su actuación en Valencia y denunciaron el error de no haberlo alineado antes. Vengativo.