Literatura

Murcia

OPINIÓN: Nuevos mapas

La Razón
La RazónLa Razón

En «El hacedor», escribe Borges acerca de un imperio que logró construir un mapa que coincidía exactamente con el territorio que representaba. Un mapa dilatado que, sin embargo, con el tiempo, al ser demostrada su inutilidad, quedó reducido a una serie de jirones esparcidos por todo el Imperio. De él sólo quedaron ruinas, huellas habitadas por animales y mendigos.
En «Atlas», el filósofo Michel Serres observó que, como consecuencia de la globalización, nuestro modo de habitar estaba cambiando por completo y que ya no podíamos representar el espacio como antes. Ya no había un aquí y un allí. Ya no eran posibles las topografías. El mapa ahora tenía que ser multidimensional. Y, sobre todo, incorporar algo más que el espacio. Superposición de estratos, de tiempos, de deseos, de movimientos. El mapa debía de nuevo de dar cuenta del territorio.
Hace unas semanas, Agustín Fernández Mallo ha publicado «El hacedor (de Borges), Remake», una reelaboración del célebre texto de Jorge Luis Borges. Entre otras muchas cosas, allí el escritor gallego reactualiza el célebre viaje realizado por el artista Robert Smithson a finales de los sesenta por la cuenca del río Passaic. Fernández Mallo vuelve a realizar el viaje, pero ahora lo hace desde su casa, a través de Google Earth, sentado frente a la pantalla del ordenador y presentando la modalidad contemporánea del viaje, pero también el nuevo arte de la cartografía, lo que él llama «psicogooglegeografía». Aquí, el mapa vale por el territorio, es casi su simulacro, incluso lo excede y lo supera. Ese es nuestro mapa, y ese es nuestro tiempo. Un tiempo simulado y excesivo. Libros como el de Fernández Mallo nos ayudan a darnos cuenta de ello.