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De las dudas de 2009 al «Grand Slam Dorado»

Rafa Nadal ha sumado esta madrugada su noveno «grande» después de atravesar un «maldito» año 2009, en el que los problemas físicos le lastraron y le llegaron a apartar incluso de los tres primeros puestos del ranking de la ATP.

De las dudas de 2009 al «Grand Slam Dorado»
De las dudas de 2009 al «Grand Slam Dorado»larazon

Sus sempiternos problemas en las rodillas provocaron ver uno de los peores años del balear, clave porque defendía una gran cantidad de puntos, y los peores presagios sobre su recuperación se cernían sobre su persona. Fueron meses marcados por los percances, por la sequía de títulos y de victorias ante rivales de renombre, que han tenido un final feliz.

El manacorí había firmado un increíble 2008, con el histórico doblete Roland Garros-Wimbledon, el oro olímpico y el ascenso al número uno del mundo, derrocando al suizo Roger Federer. El 2009 empezaba igual para el español, que daba a España su primer título en el Abierto de Australia tras un nuevo épico duelo ante el de Basilea, al que incluso apartó de su frialdad y le hizo llorar.

Nadal parecía lanzado hacia un año mágico y muchos soñaban con el 'Grand Slam'. Los títulos de Indian Wells y un inicio victorioso en la temporada de tierra batida, con sus ya habituales victorias en Montecarlo y Barcelona, hacían presagiar su quinto entorchado en París.

Sin embargo, las cosas se torcieron a partir de ahí. Alcanzó la final del Masters 1.000 de Madrid, al que no renunció por jugarse en 'casa', y pagó caro este esfuerzo en París, donde reconoció haber tenido que infiltrarse en partidos y cayendo ante el sueco Robin Soderling en los octavos de final.

Sus problemas físicos en la rodilla aumentaron y tuvo que renunciar a participar Wimbledon, perdiendo el número uno y apartándose del circuito hasta el verano, donde volvió a tener un percance en el US Open, en el que aspiraba por primera vez a conseguir el 'Grand Slam', pero tuvo una rotura abdominal que no le impidió llegar hasta las semifinales donde cayó ante el argentino Juan Martín del Potro.

A partir de ahí, continuó sin ofrecer el tenis que le encumbró y se mostró incapaz de ganar a jugadores dentro del 'top 8' y de añadir más títulos a su palmarés, perdiendo la final del Masters 1000 de Shanghai ante el ruso Nikolay Davydenko y no ganó ningún partido ni ningún set en la Copa de Maestros de Londres, aunque se consoló con su tercera Copa Davis.

Con ganas de revancha, el español afrontaba este 2010, pero en la primera gran cita, el Abierto de Australia, donde defendía título, tuvo que abandonar en los cuartos de final ante el escocés Andy Murray, nuevamente por problemas en la rodilla. Parecía que se podría repetir lo sucedido en 2009, pero el balear fue más inteligente, o forzó en ese partido y supo administrarse mejor.

Así, salió de Melbourne Park como cuarto jugador del mundo, su ranking más bajo desde 2005, y con Federer volviendo por sus fueros y con un Murray pujante, además de las 'amenazas' de Djokovic, Del Potro e incluso Davydenko. Pero no se repitió la historia, pese a que en Indian Wells y en Miami, los primeros Masters 1.000 del año, se quedó a las puertas de la final.

En cuanto llegó la tierra batida, encadenó las victorias en Montecarlo, Roma y Madrid, mostrándose mucho más entero y fresco después de no jugar ni en Barcelona ni en la primera ronda de la Copa Davis ante Suiza. De esta forma, llegó en plenitud a París y recuperó su corona, 'vengándose' de Soderling y sin ceder ningún set. Poco más de un mes después, rindió a sus pies el All England Tennis y volvió a renunciar a la Copa Davis ante Francia para seguir descansando.

Su retorno se produjo en la gira americana preparatoria para el Abierto de los Estados Unidos, donde ofreció malas sensaciones tanto en Canadá como en Cincinatti, pero tomó nota de sus fallos y los corrigió, sobre todo en lo que al servicio se refería, en la cita de Nueva York, la que le ha incluido en una historia a la que ya pertenecía por méritos propios.