San José
«Cuando salga nos casamos por la Iglesia»
Los 33 trabajadores atrapados en una mina chilena intercambian cartas con sus familiares a 700 metros bajo tierra. Han perdido 10 kilos por la presión y los 36 grados de temperatura
Copiapó- Los familiares de los 33 obreros recibieron ayer las cartas desde las profundidades de la mina de San José. Visiblemente emocionados, leyeron varias veces las letras escritas por sus seres más queridos. En la tienda de la familia de Esteban Rojas sonaron campanas de boda. Jessica Yáñez le había escrito a su marido Esteban, con quien se casó hace 25 años por lo civil, que esperaba que cuando lo rescataran «por fin nos casemos por la Iglesia».
Rojas respondió: «Hola Jessica, muchas gracias por preocuparte y pedirle a Dios que estemos bien. Saludos a mis hijos, a mis nietos y a mis yernos y a mis papás (…) Los quiero mucho y sigan rezando para salir luego de este lugar. Y cuando salga, compramos el vestido de novia y nos casamos por la Iglesia. Se despide Esteban Rojas». Jessica aprovechó la oportunidad para enviar un mensaje entre los parientes que la acompañaban al lado de un pequeño altar improvisado entre rocas. «Ya saben, necesito cocina, refrigerador. Les voy a pasar la lista de novios», dijo entre risas.
Mientras limpia la figura de la Virgen de Guadalupe que un sacerdote instaló en las carpas donde reparten la comida, Jessica cuenta que siempre le daba «la bendición» a su esposo cuando salía de casa para ir a trabajar a la minar. «Le decía: santíguate. Él siempre tuvo el sueño de salir de aquí», asegura.
Los equipos de rescate explicaron a los familiares que las cartas serán, por ahora, la única forma de comunicarse con los mineros. Aún se está evaluando qué impacto emocional podría provocarles una conexión telefónica con sus parientes.
Quien sí pudo comunicarse con ellos fue el presidente Sebastían Piñera. Durante los 10 minutos de conexión telefónica, el jefe de turno, Luis Urzúa, pidió que no les abandonen. «Como mineros, los 33 que estamos aquí, bajo un mar de roca, estamos esperando que nos saquen del infierno. Necesitamos que nos rescaten lo antes posible y que no nos abandonen». Antes de despedirse, los mineros pidieron a Piñera una botella de vino para celebrar las fiestas patrias del 18 de septiembre.
Después de alimentarse y de planificar el día, los mineros se sientan a revisar los mensajes y provisiones que se les envían diariamente. Luego, se organizan en turnos. La mitad duerme, mientras la otra realiza algunas labores. El radio de acción que tienen para moverse es de 20 metros. Se dividen en cuadrillas: una revisa el sistema eléctrico, otra limpia los conductos y una tercera hace inspecciones topográficas.
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