España

El fin del final por Carmen Gurruchaga

La Razón
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ETA emitió ayer un comunicado con la infundada pretensión de que los gobiernos español y francés establezcan una negociación con ella. Para semejante quimera ha nombrado una comisión de interlocutores, lo que resulta por lo menos chocante pues parece que no van a encontrar con quién ejercer su misión, dado que ambos países han dejado claro que lo único que esperan de la organización terrorista es su disolución definitiva e incondicional. En este sentido, el ministro Jorge Fernández insistió en que el Gobierno ni ha negociado ni negocia ni negociará con ETA. Una actitud bien diferente a la que mantuvieron los socialistas en la pasada legislatura, y como consecuencia de aquellos polvos hoy tenemos estos lodos. De hecho, la banda alude a la Conferencia Internacional celebrada en Donostia y organizada por el PSOE, en la que «eminentes» personalidades internacionales avanzaron «la necesidad de un diálogo y de un acuerdo entre ETA y los gobiernos de España y Francia para superar las consecuencias del conflicto». Es decir, primero fueron los verificadores y ahora los interlocutores. Una herencia de Rubalcaba y López que, sin embargo, ahora califica de propaganda el comunicado. Dice que no tiene sentido que siga existiendo una organización terrorista que asegura haber abandonado para siempre las actividades terroristas. Pero, es que Zapatero, López y Rubalcaba debieron ser de las pocas personas crédulas y confiadas en que con aquel anuncio y sin obtener nada a cambio, ETA terminaría con la pesadilla de cinco décadas. Y no hay más que acudir a las hemerotecas para comprobarlo. Y claro está que ETA sigue con el itinerario pactado y de acuerdo con éste, ahora le toca mover ficha al Gobierno. Pero el Gobierno ya no es el mismo –ni en Francia ni en España–, y los compromisos sobre verificadores, interlocutores y demás que pudo adquirir Zapatero no le competen a Rajoy. Quizás por ello, en el texto hay una frase enigmática cuando dice que «demorar la solución no es beneficioso para nadie y además de alargar el sufrimiento puede generar situaciones de bloqueo perjudiciales». En castellano cervantino podría significar que si no se sigue la hoja de ruta pactada, ¿volverá a las andadas? Puede que lo intente.