Benedicto XVI

«Moitas gracias»

Cuando el Papa aterriza en tierra gallega, el aforo de la catedral está completo. Nadie quiere llegar tarde a la cita, y en el momento en que se le vislumbra entre la niebla de la escalera, el aplauso se contagia de inmediato en todo el templo. Toca esperar algo más de una hora, pero el tiempo pasa volando, entre los ensayos de los organistas, la llegada de obispos, avisos de la organización...

Benedicto XVI se detuvo a saludar a un grupo de niños durante su recorrido por la Catedral de Santiago de Compostela
Benedicto XVI se detuvo a saludar a un grupo de niños durante su recorrido por la Catedral de Santiago de Compostelalarazon

El cardenal Amigo observa atento el despliegue de medios de la televisión gallega mientras el portavoz de la Conferencia Episcopal, el obispo Martínez Camino, charla con los voluntarios. Por otro lado, Loreto y Miguel, tratan de explicarle en lenguaje de signos a Cristina las palabras del Príncipe y el primer discurso del Papa. «Nos hemos levantado como siempre, a las cinco y media de la mañana, para que a las siete, cuando despertaran las chicas, estuviera todo a punto», comentan las religiosas del Cotolengo, que fueron de las primeras en llegar con sus enfermos a este encuentro de Papa con discapacitados, ancianos y niños.

El primero en tomar la palabra fue el arzobispo compostelano, Julián Barrio, que agradeció al pontífice su presencia en España en un «momento de no pocas incertidumbre pero de grandes esperanzas». Precisamente fue la palabra «esperanza» la que utilizó para referirse tanto al Papa como abanderado de este principio como una llamada a afrontar el futuro desde la alegría en la fe.

El abrazo de Dios

«Peregrinar no es simplemente visitar un lugar cualquiera para admirar sus tesoros de naturaleza, arte o historia. Peregrinar significa, más bien, salir de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios allí», señaló al inicio de un discurso, que comenzó y terminó en gallego. En castellano pronunció la parte central, en la que aprovechó el símbolo del abrazo al Santo para subrayar que «la Iglesia es ese abrazo de Dios en el que los hombres aprenden también a abrazar a sus hermanos». Por eso animó a todos los católicos españoles a «vivir iluminados por la verdad de Cristo, confesando la fe con alegría, coherencia y sencillez, en casa, en el trabajo y en el compromiso como ciudadanos».

Pero la ovación más espontánea, y también la más sonada, llegó cuando Benedicto XVI quiso reconocer la labor social de la Iglesia y la entrega incansable de los misioneros al «felicitar y agradecer a los católicos españoles la generosidad con que sostienen tantas instituciones de caridad y de promoción humana. No dejéis de mantener esas obras, que benefician a toda la sociedad, y cuya eficacia se ha puesto de manifiesto de modo especial en la actual crisis económica, así como con ocasión de las graves calamidades naturales que han afectado a varios países». Y antes de dar su bendición, un nuevo gesto de cariño a los gallegos allí congregados con su «moitas gracias».



Un Papa «muy majo» que charla con los niños
«Ha sido brutal», sentencia Rafi, mientras su compañeros de catequesis en las parroquias compostelanas de San Miguel y San Cayetano asienten con la cabeza. Ayer se contaron entre los visitantes a Santiago de Compostela más afortunados. Se encontraban sentados junto a una columna de la catedral, pero cuando el pontífice caminaba por una de las naves laterales para dirigirse a la Puerta Real, se detuvo con ellos para charlar un momento. «Es muy majo», cuentan Candela Piluska y Ana, mientras Paula y Xavi comentan que no han dejado de «vitorear y gritar, era el momento de hacerlo».