Feria de Valencia
Sólo puntúa Sergio Blanco
Madrid. Segunda del ciclo «Ocho Naciones». Se lidiaron novillos de Jaral de la Mira, bien presentados, 2º y 3º sin fuerzas, el 4º un sobrero de Los Chospes, serio y aplaudido en el arrastre como el 5º. Un cuarto de entrada. - Thomas Joubert «Tomasito», de grana y oro, media delantera, pinchazo, estocada delantera, descabello, aviso (silencio); atravesada que hace guardia, media (silencio). - Miguel Manzano, de sangre de toro y oro, cuatro pinchazos, estocada (silencio); cuatro pinchazos, casi entera, aviso, ocho descabellos (pitos).- Sergio Blanco, de blanco y oro, pinchazo, estocada desprendida, aviso, descabello (ovación); pinchazo, bajonazo (silencio).
Tarde en blanco, para todos, menos para Sergio Blanco. El colombiano, de blanco y oro, ¿de qué color si no?, salvó un festejo de escaso contenido artístico en la segunda novillada del ciclo «Ocho Naciones» de Madrid, donde destacó un buen sobrero de Los Chospes.
El «cafetero» arrancó alguna verónica suelta del tercero de mayor transmisión que sus dos hermanos anteriores. Mal lidiado en varas –hasta cuatro picotazos se llevó el de procedencia Baltasar Ibán– y banderillas. No estuvo fina la cuadrilla que en lugar de ayudar al triunfo, lo complicó. Pese a todo, el novillo llegó vivo a la muleta de Blanco que mostró colocación y buen estilo corriendo la mano por ambos pitones. Lo mejor, las trincherillas para cerrar al burel antes del epílogo por manoletinas. Pese a pinchar al primer embroque, saludó desde el tercio.
Con el que cerró plaza, muy ofensivo, trazó los mejores muletazos de la tarde en redondo y, sobre todo, en dos series entonadas al natural. Mostró el concepto y gusto que le faltó a sus compañeros de cartel. De nuevo, marró con la espada que se le fue exageradamente abajo.
Tomasito abrió plaza ante un castaño de más de 500 kilos, como toda la novillada de El Jaral de la Mira salvo el segundo. Distraído y suelto en los primeros tercios, el novillo llegó rebrincado a la muleta del galo, que se llevó un buen susto, al ser volteado, cuando trataba de sacarlo a los medios. Ese calamocheo no permitió que el trasteo tomara vuelo. Tomasito tampoco se confió en demasía tras el revolcón, así que no hubo más que pases y más pases. Por la derecha, por la izquierda, de pecho, pero todos sin trascendencia.
Encastado sobrero
El cuarto se rompió la mano izquierda y salió en su lugar un sobrero de Los Chospes. Fue la mejor tajada de la tarde. Serio y abierto de cuerna, el utrero era de dulce con las telas. Novillo para apostar y lograr un triunfo con el que relanzar una carrera. Alegre y pronto en las embestidas, codicioso, que pedía distancia. Tomasito lo vio y lo intentó, pero no logró salir de la misma vulgaridad que le presidió en el primero. Series y series sin calado alguno con el astado pidiendo muleta, arrancándose con sólo mostrarla.
Miguel Manzano trenzó su primer paseíllo en Las Ventas con 26 años. Tanto tiempo esperando esa gran oportunidad. Tantos años esperando para toparse con un inválido. De buen son, sí. Que metía la cabeza, sí. Pero, no tenía fuerza y, en Madrid, sin integridad es imposible. Cada tropezón elevó la tapia a escalar un poco más.
Claro que en el quinto sí salió ganado del que gusta en Madrid. Y Manzano tampoco lo quiso ver. Muy bien hecho por fuera, con casta y acometividad por dentro. Manzano se perdió en un festival de enganchones, desarmes, carreras y pasitos atrás sin cargar la suerte. Además, igual que en su primero, pegó un sainete con la espada. Muy verde, entendible su demora en pisar Madrid.
Se le fue la tarde sin puntuar, en blanco, como a todos, menos a uno. Sergio Blanco.
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