Los dos a dúo

Madrid y Barcelona parecen almas gemelas. Padecen resultados insatisfactorios al tiempo, golean en la misma jornada y celebran asambleas de club casi el mismo día. Los dos, en la convocatoria de los socios con derecho a voto, defienden asuntos que pueden tener contestación en las masas y también vencen por goleada. El Barça ganó la aceptación del patrocinio de Qatar tras cierto esfuerzo propagandístico. El Madrid defendió a su pintoresco entrenador, cosa inhabitual en estos actos. Los técnicos tienen la animadversión de los socios por los malos resultados y el madridista la disfruta por las actitudes que nunca jamás ha protagonizado ningún entrenador del club.

En el Madrid acaba el partido con goleada al pobre Rayo Vallecano y se discuten las bondades del triunfo. Encajar dos goles en el Bernabéu y más de un equipo tan modesto no es para celebraciones. No es de recibo que el Madrid tenga que sufrir para derrotar al equipo vallecano. Cierto que acabó arrollándolo. Para ello el entrenador tuvo que rectificar su planteamiento: Özil por Lass.

El Barça volvió a lucirse ante el marco contrario y el damnificado fue el Atlético de Madrid, al que habíamos supuesto mayores virtudes. Probablemente las tiene y dará que hablar durante todo el campeonato, casi siempre para bien, y no obstante, en el Camp Nou ofreció imagen inesperada. Fue buen fin de semana futbolístico y social para Florentino Pérez y Sandro Rosell. Lo que se les pronostica para cada jornada.

Posdata. Puestos a implantar términos ingleses, Cristiano no consiguió un «hat trick». No marcó tres goles consecutivamente. Es la norma. Fue tripleta.