Valencia
Uno de esos días
Hay días en que da igual lo que hagas y nada te sale bien. En otros todo te sale de cara y hay otros en los que parece que todos nos ponemos de acuerdo para hacer o decir lo mismo o incluso hasta vestir de la misma manera. En la última jornada de Liga ha habido de todo eso. En cinco partidos a uno de los equipos le estaba saliendo todo. De repente, como si los diez jugadores en pista se pusieran de acuerdo, cambia el signo y lo que antes era blanco pasa a ser de un negro muy intenso.
Asefa Estudiantes, Valencia, Fuenlabrada, Murcia y Manresa estuvieron durante demasiados minutos ausentes, erráticos, flojos, fallones… Sus rivales –Lagun Aro, Baskonia, Joventut, Cajasol y Gran Canaria– eran los todopoderosos, infalibles, seguros, firmes. Pero ocurrió algo y todos decidieron cambiar. Llegaron unos parciales increíbles (+21, +13, +16...) que dieron al traste, en pocos minutos, con las esperanzas de unos y llenaron de ilusión los vestuarios de otros.
Se supone que debería tratar de explicar los motivos de esto, pero, de verdad, sería una tarea sin premio. Ya lo he intentado. No hay una regla concreta a la que atenerse. El carnet de entrenador, el ser segundo en la Selección... No hay manera, nada vale. Generalizar no sirve. No puedo decir que esto siempre ocurre por culpa de los jugadores, o del entrenador, o lo que influye es el árbitro, o el público, o la lluvia, o… Al final lo que pasa es que esto sucede y punto. Se pueden exprimir las neuronas los miembros del cuerpo técnico, pero creo que no hay que darle demasiadas vueltas porque al final seguro que casi todos lo resumirán con la frase: «Tuvimos uno de esos días…».
Otro que podría decir lo mismo es Juan Carlos Navarro. El mejor jugador de la historia del baloncesto español volvió a tener «uno de esos días». Visitaba el Palau el último finalista, el Bilbao, y Navarro regaló una de esas exhibiciones como las del último Eurobasket. En 24 minutos, 27 puntos, cinco triples... Uno de esos días.
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