Díaz y Tejela oreja con importantes toros de Alcurrucén

Los toros de Alcurrucén eran para salir corriendo tal cual te miraban de frente. Seria corrida. Cinqueña. Muy rematada. De volumen y cara imponente. Tres de seis embistieron. Importantes. Lo que pasaba allí tenía mérito y permitían hacer el toreo bueno. Salvo a Alberto Aguilar que tiene suerte en los sorteos, pero en contra. Anduvo valentísimo. Pasado de vueltas de sí mismo, queriendo más aunque el toro avisara con menos.

El sexto, que era un tren de alta velocidad, le probó la solidez con su violencia y quedándose a mitad de camino. Y apretando fuerte al final, en la suerte suprema, en un arreón descontrolado. Ya tragó de verdad con el tercero, que medía por encima del estaquillador de la muleta y no dejó huella en la convicción de Aguilar, que lo recibió en el tercio con largas cambiadas. Era su tarjeta de presentación, después sacó el repertorio al completo.

Curro Díaz dejó lo más estético de la tarde, en una faena de buen comienzo y bello final. Una naturalidad y un empaque que barnizó toda la faena, llena de cadencia y verticalidad. Sin amontonarse ni forzar la figura, tejió una labor a un toro noble y que se desplazaba con calidad. Al primero le pasó factura tanto caballo y cuando llegó el turno de la muleta, el Alcurrucén no se quiso mover.

Matías Tejela se llevó el lote. El segundo, toro encastado y con motor, era de los importantes. El diestro dejó cosas buenas, momentos, grandeza en los remates y cortó una oreja pero supo a poco. El quinto tuvo faena, aunque mirón, y Tejela gustó sin encandilar. Tres toros de seis. No es mal balance.