Actualidad
Un nuevo estilo por Carmen Enríquez
Directo, sin circunloquios, más corto y rezumando afecto y cercanía. Tajante a la hora de censurar lo censurable, firme a la hora de señalar los fallos y el camino para enmendarlos, cariñoso y cercano con los que viven el drama del desempleo y los que han sufrido la garra del terrorismo, optimista al confiar en la fuerza del pueblo español unido.
El mensaje de Navidad del Rey ha sido muy distinto al de años anteriores, tal y como anunció el Jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, dos semanas antes en el Palacio de la Zarzuela. Tanto Don Juan Carlos como el máximo responsable de su Casa tenían claro y nítido este año que querían dejar la retórica de lado, eliminar preámbulos innecesarios, obviar las frases hechas y llegar al corazón de los ciudadanos. Y lo han conseguido con una intervención medida, pensada, en la que se ha eliminado lo superfluo y se ha ido al meollo de lo que preocupa a los españoles: paro, crisis, corrupción, terrorismo y desunión. Nada más y nada menos. Lo que se ha querido en este año tan difícil que termina es ir directamente al meollo de la realidad que vivimos, hablar sin tapujos de un paro «moralmente inasumible», hacer llegar a los ciudadanos que su preocupación es la preocupación de su Rey e instar a los poderes públicos a buscar soluciones consensuadas. En La Zarzuela preocupa mucho que los españoles piensen que la Corona actúa de espaldas a ellos y no cerca de ellos y de sus problemas. Que los ciudadanos hayan dejado de percibir la proximidad que siempre ha habido entre la Familia Real y ellos. En esa clave hay que interpretar la declaración de Don Juan Carlos al confesar al pueblo español que lo quiere «con todo su corazón». Aunque haya personas que hubieran preferido que no se tocara «el tema», la conducta de Iñaki Urdagarín calificada de «poco ejemplar», seguro que ahí también hubo acuerdo pleno de Spottorno con el Monarca para no pasar de puntillas por un caso tan doloroso para el Rey a nivel familiar y que aún está en fase de instrucción. «La Justicia es igual para todos», sentenció el Monarca sin dejar lugar a dudas sobre lo que debe pasar con cualquier ciudadano, pertenezca a una institución pública o a cualquier empresa privada, que actúe de forma censurable.
Solo dos apuntes más a la hora de analizar cómo se gestó, de puertas adentro, el contenido del mensaje de Navidad de Don Juan Carlos. Sobre el terrorismo, no había dudas, que los terroristas dejen las armas junto con la solidaridad y el apoyo máximo a las víctimas. Y, por último, el elogio de un padre orgulloso de su hijo por el rigor y acierto con que le acompaña como Heredero de la Corona. Al servicio, siempre, de los españoles, de la democracia, de las libertades, de la defensa de sus intereses en todo el mundo. Por si alguien aún tiene dudas.
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