Manhattan
El «World Trade Center» nace verde
Diez años después del 11-S, la Zona Cero de Nueva York renace convertida en un nuevo complejo de rascacielos sostenibles y zonas verdes en pleno distrito financiero. Durante la construcción se han utilizado combustibles ultra bajos en azufre para reducir los niveles de emisiones contaminantes del aire.
De los escombros de la Zona Cero de Nueva York resurge un imponente rascacielos de 542 metros de altura conocido como el nuevo «One World Trade Center (1WTC)», un edificio que, aún en obras, se convertirá en el más alto del país y en uno de los más sostenibles de Estados Unidos. El nuevo complejo del WTC se ha propuesto objetivos ambientales muy ambiciosos enfocados al ahorro de energía, agua y reducción de emisiones de dióxido de carbono (CO2), unas estrategias que le han otorgado la certificación Leed Oro, un reconocimiento internacional desarrollado por el U.S. Green Building Council.
La Torre de la Libertad, como también se conoce al 1WTC, es el rascacielos más esperado por los neoyorquinos y el que marcara el nuevo skyline de la ciudad. Destinado sobre todo a oficinas, aprovechará al máximo la iluminación natural para ahorrar energía, de tal manera que, en días soleados, la iluminación artificial se reducirá o incluso se apagará totalmente. La luz del sol, además de ayudar a reducir el consumo eléctrico de forma importante, beneficia a los trabajadores incrementando su productividad y mejorando su salud. Cuando la luz natural no es suficiente, el 1WTC utilizará pilas de combustible de hidrógeno con una potencia de 1,2 megavatios (MW), paneles fotovoltaicos y turbinas eólicas para producir electricidad de forma eficiente.
Como explica David Childs, arquitecto del 1WTC, «la torre es un edificio abierto y acogedor que irradia luz y se llena de luz, un espacio que sirve a la gente que trabaja en él y da la bienvenida a aquellos que lo visitan; un edificio que desempeña un papel integral y vibrante entre la ciudad que lo rodea». Según un estudio reciente del Departamento de Salud local de la ciudad, Manhattan tiene la peor calidad de aire de todo Nueva York, sobre todo en las áreas con gran cantidad de rascacielos y tráfico como es el bajo Manhattan. Para reducir esta contaminación atmosférica, 3.000 sensores monitorizarán el nivel de CO2 en cada área del WTC. Un software controlará los niveles mínimos establecidos para la calidad del aire y en el caso de que se superen, el sistema bombeará aire fresco hasta conseguir el equilibrio. Con el mismo objetivo, el distrito financiero limitára el tráfico de vehículos de motor y potenciará el transporte público y el uso de bicicletas a través de nuevas instalaciones.
Refrigeración
El río Hudson jugará también un papel fundamental en las sostenibilidad de la Zona Cero. Cada minuto se bombearán más de 113.000 litros de agua del río que llenarán más de 10.000 cisternas de los aseos. Además, la temperatura constante del agua, que oscila entre los cinco y los diez grados centígrados, servirá para reducir el consumo de 2.500 aparatos de aire acondicionado. Todo gracias a una Planta de Enfriamiento Central situada en la esquina suroeste del complejo refrigerará los edificios y otras zonas como el intercambiador de transporte, el museo y el espacio comercial.El 75 por ciento de los materiales utilizados en la construcción de los edificios son reciclados y el 80 por ciento de la basura generada ha sido tratada.
Durante la construcción se han utilizado combustibles ultra bajos en azufre para reducir los niveles de emisiones contaminantes del aire, como compuestos orgánicos volátiles u óxido de nitrógeno. Además, todos los vehículos utilizados durante las obras han sido equipados con filtros de partículas para reducir aún más su impacto. También se han tenido en cuenta los materiales utilizados en el complejo, los cuales no podían incluir productos químicos que pudieran afectar a la salud de las personas.
La gran herida de seis kilómetros cuadrados que dejaron los atentados del 11-S es ocupada hoy por un espacio verde y tranquilo rodeado de rascacielos: la Memorial Plaza, abierta al público desde el pasado 12 de septiembre. Dos grandes estanques aparecen como huellas que marcan el lugar exacto donde se alzaban las Torres Gemelas. En sus bordes, unas placas de bronce recuerdan los nombres de todas las víctimas de los ataques.
En la plaza, 400 robles Quercus bicolor rodean las cascadas y forman un techo verde sobre el nuevo intercambiador de transporte y el Memorial Museum, cuya apertura está prevista para 2012. En este bosque de hoja caduca se encuentra un árbol muy simbólico: el survivor tree, rescatado entre los escombros un mes después de los atentados. «La Memorial Plaza es una de las más ecológicas jamás construidas. Su diseño transmite un espíritu de esperanza y renovación y crea un espacio contemplativo separado de las vistas y sonidos habituales de una gran metrópolis», explican desde la oficina de turismo NYC & Company.
La plaza, reconocida también con el certificado Leed Gold, está equipada con un sistema de riego que aprovecha el agua de lluvia de todo el complejo, un estricto control de plagas y un rico suelo de nutrientes sobre el que descansan los árboles de la plaza. Un refugio de paz que renace de las cenizas convertido en uno de los lugares más sostenibles y memorables de Estados Unidos.
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