Elecciones andaluzas

En su propia trampa por Esperanza Oña

La Razón
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«Necesitamos un gobierno que no nos mienta» fue una reivindicación de honestidad y moralidad públicas. Lamento repetido por destacados miembros del PSOE que se rasgaban las vestiduras en las elecciones generales de 2004. Con tal reclamación, se atribuían en exclusiva toda la virtud de la sinceridad a la vez que inhabilitaban políticamente al adversario por sus presuntos engaños. Lo convertían en ruin y miserable, en un despojo que había que eliminar y que bajo ningún concepto podía merecerse la confianza de los españoles.

Ahora el PSOE debería aplicarse su misma medicina porque la falsedad se ha producido con todos los agravantes. No es opinable que el presidente Griñán ha mentido a los andaluces ocultando deliberadamente el déficit de la Junta de Andalucía con la intención de esconder datos desfavorables. Datos que evidencian la falta de austeridad de un político que, sin embargo, se niega a investigar y a exigir responsabilidades a los que han hecho un uso irregular de casi 1.000 millones de euros para beneficiar a sus más allegados.

Sólo un día después de que el presidente informara en el Parlamento sobre el déficit en una comparecencia diseñada a la carta, su consejera de Hacienda situó la cifra real en más del doble. Con o sin intención, puso de manifiesto la insolvencia del presidente, lo dejó por mentiroso y coherentemente, lo incapacitó para presentarse a la presidencia de la Junta.

La diferencia de cifras supone para las cuentas andaluzas miles y miles de millones de euros, lo que ayuda a entender ciertas posturas obstruccionistas. Con estos bailes de números, y con actitudes tan opuestas dentro del Gobierno andaluz, los socialistas se protegen enquistándose en la oscuridad. Si hay Gobierno del cambio después del 25 de marzo, debemos conocer la situación económica de Andalucía.

En cualquier caso, los gobernantes actuales están obligados a rendir cuentas antes de volver a pedir la confianza. Griñán no tendrá ese gesto. Ni siquiera para limpiar su imagen dañada, demasiado vinculada a la corrupción. Esa imagen ganada a pulso por negar primero a la Justicia la documentación requerida, entregarla después tarde y deslavazada, permitir que el PSOE recusara a la jueza que instruye el caso de los ERE, insultarla con tintes machistas durante la pasada campaña electoral, pedirle que en las próximas elecciones se abstenga de dictar autos que perjudiquen a los socialistas, impedir las comisiones de investigación parlamentarias o no haber reclamado jamás el dinero regalado a los afines.

El presidente Griñán está salpicado de sospecha. Andalucía necesita, más que nunca, políticos que no nos mientan. De engaños, desgraciadamente, vamos muy bien servidos.

 

Esperanza Oña
Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del Grupo Popular en el Parlamento