Lima
Perú la tentación del pasado o un aventurero
El país andino celebra hoy la primera vuelta de unas elecciones que pueden entorpecer el camino al crecimiento.
Los peruanos acuden hoy a las urnas para elegir a su futuro presidente en los que han sido considerados uno de los comicios más reñidos de la historia, ya que por primera vez la disputa se centra en cinco candidatos. Sin embargo, las últimas encuestas señalan claramente que será necesaria una segunda vuelta, el 5 de junio, previsiblemente entre el nacionalista Ollanta Humala y la polémica Keiko, hija de Fujimori.
Humala, militar retirado, despierta el recelo de buena parte de la sociedad peruana, pues durante los últimos años su discurso se ha asemejado de manera sospechosa al del presidente venezolano Hugo Chávez. Pero, gracias a la ayuda de los asesores del brasileño Lula Da Silva, Luis Favre y Valdemir Garreta, ha logrado dar un vuelco a su campaña y se ha situado primero en intención de voto con un 31,9%, según los sondeos.
Además, para hacer más creíble este giro hacia la moderación, ha prometido en los últimos días que respetará la libertad de expresión «porque es la base de la democracia» y que no acometerá procesos de nacionalización de empresas privadas. Respecto a Keiko, cierto es que el nombre cambia; pero la esencia y el apellido permanecen. La hija del ex presidente es la gran esperanza de la derecha, que la sitúa como segunda en intención de voto (22,3%), tras Humala.
No obstante, y pese a que no son pocas las voces que señalan a su padre como auténtico motor de su campaña, nadie puede decir que Keiko, con apenas 35 años, carece de experiencia. En 1994, con tan sólo 19 años y debido al divorcio de sus padres, tuvo que ejercer de primera dama; cargo que desempeñó hasta la renuncia del presidente Fujimori en noviembre del año 2000.
Además, tras estudiar en la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, volvió a Perú en 2005 para presentarse como candidata al Congreso. El resultado: acabó siendo la congresista más votada en la historia del país. Ahora, al frente del partido Fuerza 2011, espera superarse a sí misma y acceder, al menos, a la segunda vuelta. Pero no nos engañemos, no es sólo su pericia política lo que la sitúa como seria aspirante al cargo.
El panorama político
Hoy día, Perú vive un clima de estabilidad económica y social. En una década, el índice de pobreza ha descendido nueve puntos hasta alcanzar un 35%. Además, gracias a las exportaciones y al turismo, la economía creció un 8,8% en 2010, con una inflación del 2%. Es decir, se está gestando una clase media hasta ahora desconocida en el país andino.
Pero los crecientes casos de corrupción y la esperpéntica escena política del país lastran la sensación de bienestar del pueblo peruano. Por un lado, el actual presidente, Alan García, ha sido vinculado con fondos procedentes del narcotráfico; y en cualquier caso, la legislación peruana impide que un presidente pueda presentarse a una segunda Legislatura de manera consecutiva.
Toledo, pese a que no puede dejar atrás la mala imagen que dejó en su anterior mandato, se mantiene en la terna de favoritos, gracias a su discurso del miedo y al apoyo de figuras como el Nobel Mario Vargas Llosa. Como señala Iván Vásquez, geólogo de profesión; «Terminó con muy poca aprobación y además con grandes indicios de corrupción, pero los peruanos seguimos pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor».
Mientras tanto, los otros dos candidatos, Luis Castañeda y Pedro Pablo Kuczynski, juegan sus últimas bazas. Castañeda levanta pasiones en Lima y entre la clase media, pero los sectores menos favorecidos le miran con desconfianza. Kuczynski pone el acento en su experiencia al frente del Ministerio de Economía, durante el pasado mandato de Toledo.
La sombra de Fujimori
La sensación de que no se ha repartido adecuadamente la riqueza acumulada en estos años de bonanza y el incipiente resurgir de Sendero Luminoso hacen que el pueblo peruano eche en falta la mano dura que siempre caracterizó a Alberto Fujimori, quien en la actualidad cumple una condena de 25 años; entre las acusaciones: asesinato, secuestro, corrupción…
Pese a todo, su popularidad en el país parece intacta gracias a su implacable lucha contra los grupos terroristas Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) y Sendero Luminoso. Además, la creencia popular es que ningún otro presidente peruano hizo tanto por los más desfavorecidos. En palabras de Juan, un humilde vecino de las Islas Flotantes de los Uros, en el lago Titicaca: «Fujimori es el único presidente que ha hecho algo por nosotros; ni Toledo ni García. Él les dio placas solares a nuestros mayores».
Estos días, su encierro en una casa prefabricada de casi 200 metros en la Dirección de Operaciones Especiales (DIROES) no le impide coordinar la campaña electoral de su hija. De hecho, Fuerza 2011 ha instalado su centro de mando a tan sólo unos metros de esta jaula dorada, donde el ex mandatario recibe visitas diarias de miembros del partido. Y es ahí precisamente, en este posible gobierno en la sombra, donde reside el éxito de Keiko Fujimori.
El factor Sendero Luminoso
Con toda seguridad, el mayor éxito de los diez años de mandato de Alberto Fujimori fue su determinación en la guerra contra el terrorismo. Un problema que se había cobrado alrededor de 60.000 víctimas desde sus inicios en los años 80. Sin embargo, en las últimas fechas, se ha venido produciendo una lenta resurreción del grupo Sendero Luminoso. Pero en esta ocasión, la ideología maoista ha sido dejada de lado, para dar paso a intereses más tangibles, como demuestran sus actuales vínculos con el narcotráfico. Se calcula que no superan el medio millar de militantes, pero dados sus antecedentes, ésta es una de las principales preocupaciones de los peruanos hoy en día.
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