Mar Rojo
La hora de los economistas
Atrapados entre las turbulentas aguas de la crisis, con una nueva recesión acechando a las espaldas, italianos y griegos parecen dispuestos a dejarse guiar por dos tecnócratas con la esperanza de que sean capaces, como Moisés en el Mar Rojo, de obrar el milagro y llevarles hacia la tierra prometida de la prosperidad. Atrás quedan los charlatanes y los arúspices de los brotes verdes, engullidos por la realidad que imponen los mercados.
La magnitud de la caótica situación a orillas del Mediterráneo no sólo se está llevando por delante gobiernos de cualquier signo, sino una forma de hacer política cimentada en discursos ideológicos que nadie compra salvo en tiempos de bonanza. El desempleo y la parálisis de las economías, que afecta ya a todos los sectores y a todas las clases sociales en mayor o menor medida, necesita de gobiernos «gerencialistas» con criterio para actuar en el acto ante los vaivenes de la economía global. Ejecutivos, en un sentido estricto, que no necesiten una semana para evaluar el problema, otra para asimilar los análisis de su gabinete de asesores y otra más para tomar una decisión en virtud, casi siempre, del interés político, que no es otro que el electoral.
Ni Lucas Papademos ni Mario Monti, si resulta elegido, han pasado por las urnas, pero cuentan con el plácet de la UE, en particular del eje «Merkozy», y del FMI, quienes pagan los gastos de la fiesta. La situación socava la autonomía política de ambos países y refleja otra crisis: la de algunas democracias europeas cuyo descontrol financiero ha hecho necesaria esta tutela.
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