Pekín
Birmania espera a su «Dama»
Cientos de simpatizantes la esperan en la sede de su partido, bajo estrecha vigilancia militar
Aung San Suu Kyi ha pasado 15 de los últimos 20 años bajo arresto domiciliario. Hoy podría ser puesta en libertad y retomar la lucha por la democracia. La Premio Nobel de la Paz (1991), conocida sencillamente como la «Dama», es la cara más conocida y el símbolo universal de la disidencia de Birmania, un país sometido desde hace medio siglo a una dictadura militar que ha degenerado hasta convertirse en una de las más opresivas e incompetentes del planeta.
Según dice la sentencia, la condena de la heroína asiática concluye hoy. Al menos en teoría, la Junta Militar, inmersa en un turbio giro democrático, la dejará atravesar por primera vez en ocho años la barrera policial que separa su casa del resto del mundo. Ayer por la tarde incluso se extendió el rumor de que el «generalísimo» Than Shwe ha firmado de su puño y letra el documento definitivo. Aun con todo, hay quien mantiene sus reservas. «No me lo creeré hasta que no la vea. Los militares nunca cumplen su palabra», decía la semana pasada un simpatizante birmano en Rangún. Los generales pretenden hacer creer a su población y al resto del mundo que han abrazado un nuevo régimen («democracia disciplinada», le llaman). Pero la mayoría asume que se trata de una patraña para perpetuarse en el poder, sobre todo después de la vergonzosa farsa electoral celebrada el pasado domingo y en la que ganó con amplia ventaja el partido del régimen. Desde que fuera condenada por primera vez en 1989 tras apoyar una revuelta que a punto estuvo de tumbar a la Junta Militar, Aung San Suu Kyi ha sido arrestada y liberada en repetidas ocasiones. Los generales le permitieron incluso presentarse a las elecciones de 1990, donde su partido, la Liga Nacional para la Democracia (LND), sorprendió al mundo con una victoria aplastante que dejó en ridículo a la dictadura. En lugar de formar Gobierno, fue enjaulada en su casa. En 1991 le otorgaron el Nobel de la Paz y desde entonces ha pasado varias temporadas libre, para volver a ser encerrada meses o años después. Su último arresto concluía en mayo de 2008, pero la liberación se supendió varios días antes a causa de un episodio surrealista, detrás del cual algunos ven la mano negra de la dictadura: un presunto activista con pasaporte estadounidense irrumpió en su casa diciendo que venía a «salvarla», después de burlar el cerco policial y atravesando, con unas ridículas aletas, el lago sobre el que se asoma su residencia. Los generales utilizaron la anécdota como pretexto para condenarla al encierro otros dos años y medio. La «Dama» siempre se ha negado a abandonar el país, y aunque su popularidad ha decaído entre las nuevas generaciones, a sus 65 años sigue siendo un ídolo para la mayoría de los birmanos. Hija del padre de la independencia birmana, la entereza y valentía de Aung San Suu Kyi ha forjado una leyenda libertaria, glosada sobre todo desde el extranjero. Ayer, cientos de seguidores se reunieron con flores y fotografías gigantes de la «Dama» en la sede del LND. Rodeados de agentes del régimen, contaban los minutos, esperando a que la Dama se reúna por fin con ellos y asuma el mando de la pelea por la democracia.
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