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Gafas de sol por María José Navarro

Como habrán podido comprobar este periódico dicta modas. Es referente, qué quieren Vds. que les diga, y, a partir de ahí, que se mueran los feos.

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Fue ponerme yo mis gafas justo el día que me sacaban las muelas del juicio de arriba, con dos moratones a cada lado del careto y con hinchazón indigno, ay, hacerme la foto como un boxer porque LA RAZÓN no tiene un minuto que gastar en vano y, zas, creamos moda, oigan. Luego vino esta idea del insigne presidente y del genial director de este rotativo, a los que Dios guarde muchos años en su café, y comenzó la promoción de las gafas de sol que están Vds. siguiendo con fervor visigodo. Les adivino esperando la montura y la funda como el que espera el maná. Bien, pues si han sido leales como nosotros esperamos, ya las tendrán, ladronzuelos. Para ver el camino que hemos marcado entre todos y que ha revolucionado la estética mundial, no hay más que observar el nuevo look de Gadafi. Esta moda de montura añejo creativo publicitario es ahora un poco pesadita, pero, ojo, se hace más popular gracias al dictador libio. Recuerdo que mi referente, sin embargo, fue Carlos Fabra, que ha estado veinticuatro años al frente de la presidencia de la diputación de Castellón, y que si no ha estado más ha sido porque no le ha dado la gana, señores. No, no porque Vds. no le hayan votado, por la ristra de visitas al juzgado y de algunos asuntos oscurillos sin resolver y por el mal gusto de su estatua a la entrada del Aeropuerto de Castellón «el Aeropuerto del abuelo», sino porque él no ha querido. Y recuerdo también, con mi acierto habitual, haberle comentado algo al citado sobre la pésima imagen que daba llevando siempre sus gafas de sol en recintos cerrados. Tengo que decir a favor de Fabra que, en ese instante en el que me podría haber hundido y me podría haber mandado al guano, el eterno presidente de la Diputación de Castellón me dijo: es que me falta un ojo, señora. Después de un ratito, y de varios tragos a un ambientador, me acerqué. «Pues precisamente por eso debería ir sin ahumado, para que la gente sepa la verdad». Hay muchas maneras de hacer el ridículo y esa mía yo creo que es de libro. La otra es la de Jorge Alarte, candidato a la presidencia de la Comunidad Valenciana. De verdad que comprendo que se resista a marcharse a su casa, movimiento que, por los síntomas, parece que no es partidario de realizar. Pero creo que su Comunidad ya ha demostrado que traga. Traga tanto, oiga, que Vd. debería, por decencia, largarse. Irse de ese microclima político que cuesta mucho trabajo entender. O eso, o se pone Vd. unas gafas como las mías y pasa, a partir de ahora, por idiota. Busque relevo, que esto, xiquet, no va.