Murcia

OPINIÓN: Velocidad y tiempo

La Razón
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Veo en CaixaForum, en Madrid, la admirable exposición con las fotos de Jacques Henri Lartigue (1894-1986), bajo el título «Un mundo flotante», título que considero un tanto desafortunado, pues sólo recoge un aspecto –quizás el más externo y evidente- de la obra de este hombre que intentó fijar el Carpe Diem, la fugacidad de la felicidad, la alegría de vivir en una época -a los niveles en los que él se movía- ciertamente glamurosos y «desesperadamente» confiados entre dos guerras, valga la paradoja. En su obra está también la ilusión futurista, vanguardista, de la velocidad y de la posibilidad de volar: fue un pionero aviador, conductor de bólidos, esquiador y jugador de tenis…
Pero su melancolía fue la de constatar el fracaso de la fotografía como carcelera de un instante, del movimiento fugaz de la felicidad, de la plenitud, lo que muestra, como yo he defendido en otras ocasiones, que la fotografía, contra lo que se dice de ella tópicamente, no es la celebración de la sujeción del tiempo, de su detención, sino, al contrario, la constatación de que el tiempo pasa, que es la impresión que tenemos al observar viejas fotografías.
En cualquier caso recomiendo vivamente esta exposición y a este fotógrafo no tan conocido, salvo en los circuitos especializados, que fotografió también la imposibilidad de la belleza (amigas, esposas, amantes… esa Eva Moderna de los años veinte, casi tan anoréxica y determinada como las actuales mujeres que persiguen el ideal contemporáneo de belleza). Tantos sueños de progreso se los llevó el tiempo. Con ironía podríamos decir (pese a Internet) que hasta el de la velocidad: nadie contaba con la Dirección General de Tráfico y las limitaciones al ansia de acelerar en las carreteras.