Crítica de cine

«Ruby Sparks»: El folio en blanco cobra vida

Dirección: Jonathan Dayton y Valerie Faris. Intérpretes: Paul Dano, Zoe Kazan, Chris Messina, Elliot Gould. EE UU, 2012. Duración: 107 minutos. Comedia dramática.

Lo mejor: la escena en que Calvin ejerce de gran titiritero tecleando estados de ánimo en una máquina de escribir
Lo mejor: la escena en que Calvin ejerce de gran titiritero tecleando estados de ánimo en una máquina de escribirlarazon

«Ruby Sparks» parece escrita a la sombra de Charlie Kaufman, que supo remezclar los centros de gravedad del cine romántico en «Olvídate de mí» a la vez que invocó los cubistas fantasmas de la creación en «Adaptation» y «Synecdoche, New York». La timidez crónica de Calvin (Paul Dano), escritor bloqueado tras el éxito de una precoz primera novela, tiene mucho que ver con el pánico al folio en blanco de Nicolas Cage en el filme de Jonze, no digamos con la sociopatía sentimental de Jim Carrey en la obra maestra de Michel Gondry. Curándose de una relación que le ha dejado el corazón roto, Calvin consigue materializar su idea de pareja perfecta desde la máquina de escribir. Y es cuando Ruby (Zoe Kazan, también guionista) aparece en la cocina, novia soñada que muy pronto querrá tener vida propia. Sus deseos de independencia son los de un personaje que desea separarse de la voluntad de su creador.

«Ruby Sparks» propone una tesis conocida –amar y controlar son verbos que riman pero no casan, para qué enamorarse de un espejo– con una frescura no exenta de acidez. Como en otra película gemela, «(500) días juntos», la disección del sentimiento romántico –aquí aderezado con el discurso sobre la responsabilidad moral del escritor sobre sus personajes– se ejecuta con precisión meridiana y sirve para revelar el verdadero rostro de un antihéroe que se nos había presentado como víctima de sus inseguridades y que luego encarna el lado oscuro del amor: la dependencia, los celos.

El arte nos ayuda a entender me- jor la vida. No es un mensaje original, aunque comparado con el de «Little Miss Sunshine», la exitosa ópera prima de Dayton y Faris, tan obsesionada con gustar a toda costa, es un avance. Quizá este tándem de cineastas «indies» conoce mejor el proceso por el que atraviesa Calvin de lo que les gustaría confesar.