Disturbios
Acosados por los «indignados»
Son la otra cara de la moneda. Desde hace más de dos meses, cuando el movimiento 15-M comenzó su andadura, los hemos visto custodiando Sol, el Congreso de los Diputados, las marchas y manifestaciones «indignadas» y prácticamente todos los movimientos de los activistas.
No han recibido nunca la orden de desalojar ni cargar contra ellos, ya estuviesen manifestándose sin la preceptiva autorización de la Delegación del Gobierno, cortando el tráfico, impidiendo una detención, atentando contra un agente de la autoridad o paralizando la orden de un juez en un desahucio. Los agentes de la Policía Nacional han visto cómo los «indignados» han sido, desde el principio, un colectivo especial contra quienes no tienen la orden de hacer cumplir la ley como al resto de la ciudadanía, y ahora están pagando esa factura. Ya no sólo quienes patrullan Lavapiés sufren los efectos de la manga ancha que se ha dado por omisión a los más radicales del 15-M (allí se producen llamadas falsas al 091 para que, en cuanto un zeta aparque en la plaza, provocar incidentes contra los agentes). Desde el pasado fin de semana, cuando los «indignados» de toda España llegaron en peregrinación a Madrid, el 15-M ha sacado a relucir sus peores formas y el «núcleo duro» ha protagonizado algunos altercados. Pero como en anteriores ocasiones, la Policía no ha recibido orden de intervenir y, después de dos meses con la misma actitud, los más radicales se han crecido. La Unión Federal de Policía (UFP)denuncia que ahora son ellos los «indignados», pero no del 15-M, «sino del 16-M, 17-M y así hasta 91 días que llevan aguantando escupitajos, insultos y provocaciones de todo tipo sin poder hacer nada».
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