El personaje de la semana: Lance Armstrong

Para los que, al contrario que Mariano Rajoy, nos dormimos con el ciclismo y la «serpiente multicolor» nos parece una cursilada, el estadounidense Armstrong era un referente por haber batido con su voluntad inalcanzable todas las marcas de su bicicleta después de superar un cáncer de testículos. ¿O habrá que exigirle los certificados médicos para creer eso también? Demostrado y testificado que había puesto en marcha una maquinaria infernal para doparse indetectablemente él y sus fámulos, le han desposeído de todos sus títulos y desterrado de por vida de la ruta, ahora que está retirado de la competición. Perseguir su malganada fortuna millonaria será imposible y este estafador ni se ha inmutado o justificado. El daño es para todos: para los profesionales, los aficionados y una multitud de afectados por un cáncer que vieron en él una esperanza y una superación. La Vuelta, el Giro, el Tour son un negociazo hipercomercializado y ahíto de publicidad. Se añora el espíritu de Bahamontes: llegaba destacado a un pico, veía un carrito de helados y se tomaba uno disfrutando del paisaje y alcanzando el primero la meta pedaleando sobre una diarrea incontenible.