Primera División

BM Atlético de Madrid

Naranjita

La Razón
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Está de más decirles que iba con Uruguay la otra noche y que celebré el gol de Forlán como si lo hubiera marcado con el Atleti. Lo celebré sin quitarle ojo a la pan- talla no fuera a ser que se le ocurriera levantarse la camiseta de la alegrí­a y me perdiera la lección, porque en Forlán he descubierto músculos que antes creí­a que sólo podían ser hernias. Se trata, únicamente y por supuesto, de un interés anatómico, que ya veo la cara que están poniendo las lagartas de las lectoras, aunque reconozco, además, una curiosidad entomológica, porque el bicho está de cuidao. Pero ganaron los calvos, qué se le va a hacer. Porque ahora los holandeses son calvos, aunque cuando yo era joven, en la Penélope de Benidorm, tenían todos melenas rubias con reflejos. Ahora, no. Ahora son dos calvos los que capitanean los éxitos de la naranja mecánica y ninguno de los dos, qué cosas, le servía al segundo advenimiento presidencial madridista. Robben sigue haciendo aspavientos y quejándose de todos y cada uno de los balones que no le llegan, aunque en el Bayern han debido darle alguna colleja y se le ha quitado la cara de Juan Palomo. Sneijder, sin embargo, ha sufrido una total transformación. No en su talento, inmenso, sino en aquella tendencia que se gastó por Madrid, consistente en pegarse unas juergas morrocotudas a lomos de un deportivo amarillo que amanecí­a aparcado todas las mañanas en la misma doble fila de la misma calle, donde vivía una hermosa señorita con la que tuvo trato. Dos calvos, algún viejo conocido del Barça, y al fondo, Kuyt, siempre Kuyt, esa bendi- ción de jugador incansable, solidario, generoso, currante y sacrificado, que logra ponerte de su parte. Un consuelo.