Cataluña

Para Joel Xavi Eric y Mario por José María Fuster-Fabra

La Razón
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Se supone que los abogados somos unos seres fríos que defendemos de la mejor manera posible los intereses de quienes nos contratan, se supone que tenemos sentimientos pero que no debemos trasladarlos a nuestro quehacer cotidiano, se supone que la distancia respecto al caso en el que estamos personados es norma básica en nuestra profesión y que nada de lo subjetivo debe afectarnos.

La mayor parte de las veces esto es así y así debe continuar siendo, lo que sucede es que cuando uno se reúne con los padres de cuatro niños pequeños que fueron en su día a entrenar a su deporte favorito y estando allí vieron como se derrumbaba el túnel de bateo y ellos mismos ayudaron a levantar los cadáveres de sus hijos, cuando uno lo hace y más siendo padre, las normas teóricas de la profesión saltan por los aires, Joel, Eric, Xavi y Mario forman parte de mi vida sin haberlos conocido, lo teníamos todo en contra el Ayuntamiento de la población decía que la culpa había sido solo del viento, apoyaba su tesis en informes periciales de prestigiosos profesionales a los que había contratado, pero los padres no perdieron la fe en la justicia. Decidieron permanecer unidos y dar la cara y al final hemos conseguido demostrar que había defectos en la construcción y por eso cayó el maldito túnel de bateo.

A veces la vida te permite reconciliarte con la profesión que has escogido, ser abogado sirve precisamente para esto.