Bruselas
Inasequible al desaliento por Toni Bolaño
España se ha despertado, se ha caído del guindo y se ha dado un batacazo. Los desahucios han entrado, con toda su crudeza, en nuestras vidas. Los suicidios de dos personas que iban a perder su casa han despertado conciencias. 500 desahucios al día son muchos, se mire por donde se mire. La crisis seguirá apretando y no hay visos de que afloje. Se requieren nuevas soluciones para un problema que es endémico y sangrante. Los jueces han hecho oír su voz, las asociaciones de afectados también y la banca no puede seguir poniendo sordina. El gobierno se ha puesto manos a la obra y los partidos han aparcado sus cuitas para arrimar el hombro en busca de una solución.
Incluso en Cataluña, en una campaña impregnada por el debate secesionista e identitario, los desahucios han entrado en la agenda. Todos los partidos son conscientes de este cáncer social. Hasta CiU lo ha hecho – 48 horas más tarde que el resto– para afirmar solemnemente que una Cataluña con estado propio ya habría legislado sobre esta materia. Mas no ha concretado ni cómo ni con qué medidas. Inasequible al desaliento, ha mantenido la línea argumental de su campaña, con sus altisonantes declaraciones desde el púlpito. Habla del gran futuro que le espera a una Cataluña independiente, con una pobreza reducida a la mitad en 2020 y una esperanza de vida superior a la actual en tres o cuatro años. No dice cómo lo hará. Del presente, pasa de puntillas. No habla ni de recortes ni de falta de pago a las entidades sociales, escuelas, farmacias u hospitales. Eso no toca. No interesa, aunque puntualiza que la culpa de todos los males «es de Madrid».
La independencia es como la receta de la abuela. Todo lo cura. Es el brebaje mágico que remedia todos los males. Si alguien lo pone en duda, lo acusará de irredento, de utilizar la estrategia del miedo, de poner palos en las ruedas a Cataluña como nuevo estado de Europa. Por cierto, Mas no se ha dado por aludido por el portazo de Bruselas. Está convencido que Europa, tarde o temprano, caerá rendida. Si por casualidad no lo hace, no se arredra, Europa se lo pierde. En su burbuja, la nueva Cataluña no tendrá problemas. Será el paraíso. Viviremos más y mejor, y sin desahucios.
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