Nueva York

No sólo han venido a tomar el té

Tiene el «Tea Party» cara de mujer? Sí, y además casi todas son «mama grizzlies» (madres osos pardo): les gusta la caza mayor. La ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, una de las estrellas de este movimiento conservador, caza venados; la nueva legisladora de Dakota del Sur, Kristi Noem, atrapa alces con arco; y la representante de la Cámara de Baja de Minnesota, Michele Bachmann, considera que todos los estadounidenses deberían ir armados, por si acaso

 
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Son mujeres de armas tomar. Pero más allá de las anécdotas, han irrumpido con fuerza en la política de EE UU: no se arrugan al hablar y sólo son temerosas de Dios. Son decididas militantes en contra del aborto, la investigación con células madre y apuestan por el creacionismo para explicar el origen del hombre. La gobernadora de Arizona, Jan Brewer, saltó a la arena política nacional con su ley de control sobre la inmigración y Susana Martínez, recién elegida gobernadora de Nuevo México, ha basado su campaña en la persecución de los indocumentados.

Estas fulgurantes estrellas políticas son la respuesta a la «corrección política» imperante. El «Tea Party» es donde han encontrado su lugar todas estas mujeres para hacerse un hueco e influir en el Partido Republicano, dominado siempre por hombres blancos.

El reportero del periódico de Washington «Politico», prestigioso por su página web, Mike Allen, destaca que «vivimos un momento muy interesante en Washington. Antes las "olas"y los fenómenos venían cada 30 o 10 años, como muy pronto. Ahora, según los nuevos resultados, vemos que son cada dos», según ha demostrado la gran victoria de los conservadores sobre los demócratas en las elecciones de «mid-term», consideradas un referéndum en la gestión de Obama.

Más allá de los titulares sabrosos para los periódicos –como el que ofreció Christine O'Donnell, candidata al Senado que, por cierto, perdió en Delaware, al hablar de los pernicioso de la masturbación–, lo cierto es que el «Tea Party» ha conseguido apoyo por sus reclamaciones para que el déficit fiscal estadounidense se reduzca, además de por la petición de que se reduzcan los impuestos. Están en contra de la reforma sanitaria emprendida por Obama y quieren recuperar el «sueño americano»: coche, una casa y un trabajo. Y punto. Son las madres las que cuadran el presupuesto de sus casas para comprar y por eso están ellas ahí.

La historiadora Linda Gordon cree que las mujeres han ayudado a que el colapso financiero haya sido menos terrible que en la Gran Depresión. «Antes las familias sólo podían confiar en un trabajo (el del hombre). Ahora en las casas entran dos sueldos. Y por eso se ha pasado de quedarse sin nada a tener que reestructurar presupuestos». David Lublin, de la Universidad Americana, considera que algunos candidatos del «Tea Party», como fue el caso de las aspirantes al Senado Sharron Angle y Christine O'Donnell, se ha interpuesto en las opciones de los republicanos de hacerse también con la Cámara Alta. Mike Allen cree que, «a partir de enero, va a haber una nueva revolución en Washington». Antes, ningún republicano se atrevía a plantarle cara a Obama. «Pero ahora va a haber muchas primarias invisibles, que son las que se hacen fuera del ámbito público».

Palin al poder

Y entre ellos estará Sarah Palin, la estrella del «Tea Party», sobre la que se especula sobre si presentará como candidata a la presidencia del Partido Republicano en 2012. Su credibilidad se ha fortalecido en estas elecciones. Un total de 48 candidatos de los 77 que apoyó han sido elegidos. De esos, 77, 20 eran mujeres. Como Palin, han basado sus victorias en el sentido común conservador: con reducción de impuestos, un Gobierno no intervencionista y responsabilidad moral. El té está servido.


Con los pies puestos en la cocina
Antes de las elecciones, la reportera de «The New York Times» Kate Zarnike, que repasó todos los candidatos republicanos, contó a 129 aspirantes a la Cámara de Representantes y a 9 al Senado relacionados con el «Tea Party». En cambio, el encuestador John Zogby admite que «es mejor esperar a que se forme el nuevo Congreso antes de contarlos a todos. Hay algunos que forman parte de este movimiento; otros que han sido apoyados por el mismo y algunos políticos se van a dar cuenta de que tendrán que tomar algo de té si quieren mantenerse».