Amanece que no es poco

Director: David Slade. Intérpretes: Josh Harnett, Melissa George y Danny Huston. Guión: Steve Niles, Stuart Beattie y Brian Nelson, Nueva Zelanda/EE UU, 07. Duración: 113 min. Terror.

Es cierto: cualquier vampiro de pro habrá soñado alguna vez con un sitio en medio de la nada nívea como Alaska, donde el sol desaparece dura treinta días seguidos. Un mes de comida, se dirá, asegurado. De esa premisa arranca precisamente la original novela gráfica de Steve Niles y Ben Templesmith en la que David Slade (autor, asimismo, de la bruta «Hard Candy») basa su nuevo filme, una cinta de terror en la que un puñado de chupasangres (que lidera Danny Huston) invade el diminuto pueblo de Barrow durante una noche eterna. Con hechuras de «western» (los supervivientes de la masacre se refugian en una casa mientras las bestias terminan con unos pocos despistados en las calles frías) y a ritmo de videojuego (también la llamativa estética de estos vampiros sucios y, desde luego, nada decadentes, parece creada con las miras puestas en alguna consola PS antes que en la pantalla de cine), Josh Harnett protagoniza de manera en exceso hierática un filme entretenido que consigue dar un sustito de vez en cuando aun cuando en ocasiones este acoso y derribo eterno termine cansando.

Lo más curioso, con todo, estriba en la susodicha vuelta de tuerca que ofrece sobre el tema del vampirismo, sin ajos, sin cruces, sin refinamientos decimonónicos, sin capas, sólo unas criaturas casi mudas, de gestos bruscos y mirada negra y vacía que más parecen animales o caníbales ciegos que seres que alguna vez fueron humanos. Y todavía no amanece...