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Buena y mala fe

La Razón
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Dice el Tribunal, y hay que respetarlo, que el general Navarro y sus ayudantes actuaron de mala fe y con «voluntad de faltar a la verdad» en las identificaciones erróneas del Yak-42. Respeto la sentencia pero no la comparto. Me parece bien que se condenen las negligencias que hubo, y vaya si las hubo. Pero no puedo creer de ninguna manera que el general Navarro quisiera engañar a sabiendas a los familiares. ¿Qué ganaba con ello? Nadie ganaba nada porque nada había que ganar en una tragedia que algunos han querido transformar en un crimen de Estado. Pero no fue un crimen. Tampoco un atentado. Nadie mató a nadie. Fue un accidente aéreo. Y no me puedo ni siquiera imaginar que las irregularidades en las identificaciones se hicieran de mala fe. Tampoco está claro si los responsables de esas identificaciones eran turcos o españoles. Es fácil acusar a tres mandos del Ejército de hacer mal su trabajo en medio del horror, en manos de Turquía, en un ambiente de presión por parte de unas familias que pedían el regreso de los cuerpos «cuanto antes». Algo comprensible. Lo que sí hay, por desgracia, es mucho especialista en sacar votos de la desgracia. Tenemos en España pruebas sobradas de ello. Pudo haber negligencia, prisas, improvisación. Pero no creo que hubiera mala fe. No al menos como la de los que, actuando con auténtica mala fe, han querido pescar escaños en las ruinas del avión accidentado.