Barcelona
De Saura a Renfe
Mientras a nuestra policía se la fiscaliza hasta los límites de lo exigible, cuerpos privados campan por sus respetos. Lo viví el día del Libro en el último tren Cataluña-Exprés de Barcelona a Girona. Un interventor (al menos, de tal iba vestido) pidió la documentación a un usuario y éste le solicitó que se identificara. Hubiera bastado con que le diera su número profesional, su DNI o simplemente los datos del tren. Pues no. La respuesta fue acosar al viajero hasta el punto de hacer venir a un «segurata», que tampoco quiso identificarse, algo que le costaría expediente y sanción a cualquier Policía de veras.
El viajero les dijo que no tenía inconveniente en exhibir su DNI al llegar a Girona y en presencia de la Policía. Se le amenazó con pedir refuerzos y reducirlo (con esta misma palabra) hasta que vinieran los Mossos, aunque significara tener parado una hora el tren (ya pueden imaginarse las caras del público, pues tal manifestación se hizo en alta voz).
Así las cosas, aprovechando una breve ausencia de sus acosadores, el sufrido usuario optó por bajar del tren en la parada de Sils y marchar andando. Al verse burlados, el griterío de la cuadrilla represora alcanzó dimensiones tabernarias.
Mientras unos se escaquean de todo control democrático, a nuestros Mossos cámaras de videovigilancia, rodar de cabeza y petición de dimisión del conseller Saura. Si a los unos se les exige tanto, a los otros exigirles, un poco.
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